Respondiendo Simón, le dijo: —Maestro, toda la noche hemos estado trabajando y nada hemos pescado; pero en tu palabra echaré la red.
Lucas 5: 5 RV
Pedro sabía lo que hacía. No era un aprendiz. Era pescador de oficio, conocía el mar de Galilea como la palma de su mano. Junto con sus compañeros, había trabajado toda la noche, usando las técnicas que le habían enseñado desde joven. Pero aquella noche, el resultado fue fracaso: «no hemos pescado nada».
En su negocio, Pedro debía cada día tener un mínimo de resultado para poder vender mercadería fresca, sin heladera ni freezer, se veía obligado a mantener el ritmo de pesca. Pero ese día había fracasado.
Esta historia de Pedro y sus amigos podría también ser la tuya. ¿Cuántas veces hiciste todo lo que sabías hacer, diste lo mejor, usaste tus fuerzas, tu inteligencia, tu experiencia… y no resultó?
Pedro está cansado, frustrado, se siente inútil después de una tarea agotadora y sin usufructo. Cuando Jesús se acerca no le da una receta, le da una orden: «Echa las redes otra vez».
Parece ilógico. Ya lo había intentado todo. La respuesta de Pedro es la correcta según su criterio, pero Jesús le está diciendo: «Ahora hacelo a mi manera… en mi Palabra».
Pedro no lanza las redes por convicción propia, dudaba y se resistía, pero le dio a Jesús la oportunidad para creer.»Como tú me lo mandas…».
Eso es lo que muchas veces deberíamos hacer, lo que no tiene sentido desde lo humano, pero que tiene todo el poder desde lo divino.
Hoy la gente vive en su propia opinión, desde el consejo humano, desde lo que «siente». Pero los hijos de Dios estamos llamados a vivir por su Palabra. Cuando obedecemos, aunque no lo entendamos, vemos su gloria.
¿Cuántas veces te negaste a intentar de nuevo porque pensaste: «ya lo intenté»? Pero ahora Jesús está presente. Y si Él está, todo puede cambiar.
La Palabra de Dios no es una opción entre muchas. Es la fuente de sabiduría, dirección y poder. Por fin Pedro confió y comprobó que sus criterios, conocimientos, estrategias y costumbres eran superados por la Palabra de Jesús. Ese día encontró su verdadero propósito y un futuro nuevo se abrió delante de él.
No te fatiges intentando siempre lo mismo. No insistas en lo que no surge del corazón de Dios… solo vas a frustrarte.
Aunque estés cansada/o, buscá a Jesús y sus planes porque la obediencia trae el milagro.
Ruth O. Herrera
