No tengas miedo, pues yo estoy contigo.
Isaias 41:10 DHH
Cuando Jesús vivió en la Tierra, le gustaba pasar mucho tiempo con las personas. Hablaba con ellas y les enseñaba sobre el amor de Dios. Les enseñó cómo podíamos orar, cómo debíamos tratar a los demás, que tenemos que amarnos a nosotros mismos y amar a Dios por sobre todas las cosas.
Pero Jesús no solo hablaba y enseñaba: a él también le gustaba hacer lo que decía, y poner en práctica todo lo que dice la Biblia sobre el amor de Dios.
Un día, Jesús estaba con sus discípulos en un barco. Algo muy común para ellos, porque muchos eran pescadores. Jesús estaba muy cansado y se había acostado a dormir un rato.
Al poco tiempo, el cielo se llenó de nubes, el viento empezó a soplar más fuerte, empezó a llover y las olas eran casi tan altas como el barco. ¡Era una tormenta muy fuerte! El barco se movía para todos lados. Los amigos que estaban ahí empezaron a tener miedo. ¡El barco se movía muchísimo! Pero Jesús seguía durmiendo.
En un momento, tuvieron tanto miedo que lo fueron a despertar. Fueron hasta donde estaba, lo sacudieron y le dijeron: —¡Jesús, Jesús! ¡Por favor levantate! ¡Tenemos un re problema! ¡Tenemos miedo!
—¿Miedo? —les dijo Jesús—. ¿Por qué tienen miedo? ¡Yo estoy con ustedes! Y puedo con esto… ¡y con mucho más!
Entonces Jesús se paró, salió a la cubierta del barco, levantó una mano… y el viento, la lluvia y el mar se calmaron. Todos los que estaban arriba del barco lo miraban asombrados, diciendo: —¡Qué genial es Jesús! ¡Hasta los vientos y la lluvia le hacen caso!
Milagros como este, Jesús hizo un montón. Y muchas veces, yo también me siento en problemas como los discípulos. Pero pronto recuerdo que Jesús está conmigo, y que siempre está dispuesto a ayudarme.
En esos días, puedo sentirme segura sabiendo que Dios nunca me deja sola.