¿A quién escuchás?

Nosotros somos de Dios. El que conoce a Dios, nos oye; el que no es de Dios, no nos oye. Por esto sabemos cuál es el espíritu de la verdad, y cuál es el espíritu del error.

1ª Juan 4:6 RVC

Nosotros somos de Dios por eso sabemos escuchar cosas que son verdad. Así nos damos cuenta cuando escuchamos lo que es bueno y lo que es malo.

Paráfrasis 1ª Juan 4:6

Parece complicado este versículo de la Biblia, pero espera no te asustes, sé que a medida que vayas leyendo vas a ver lo bueno y practico que es. Hoy vamos a hablar de algo muy importante: “A quién escuchás”.

En la Biblia, el apóstol Juan, que fue discípulo de Jesús, nos enseña que hay dos tipos de voces: las que vienen de Dios (¡esas son buenísimas!) y las que no vienen de Él (esas nos pueden confundir).

En el primer libro de la Biblia, la primer historia dice que Adán y Eva no podían comer de una árbol, porque esos frutos no eran para ellos. Pero desobedecieron porque una serpiente que hablaba, (lo explica así para que lo entendamos mejor), les dijo que no le hicieran caso a Dios y coman igual. Algo que estaba mal y era una mentira.

Hoy Dios nos habla de muchas maneras: en la Biblia, en la oración, en la iglesia, o cuando estamos tranquilos. Él siempre nos dice la verdad. Él nunca miente. Por eso, cuando tengas dudas, preguntale a Jesús: “¿Esto que me dicen o escuché te parece bien, es bueno?

El Espíritu Santo, que es como un gran ayudante que Dios nos dio, nos enseña a reconocer lo bueno y lo malo. Él nos ayuda a saber si una palabra viene de Dios o no.

Es por eso que el apóstol Juan nos dice: Nosotros somos de Dios, vos y yo conocemos lo bueno que es Dios y nos dice que el siempre esta a nuestra ayuda, eso significa que no siempre nos va a ir bien en todo, vamos a tener algunas complicaciones o situaciones que sean o injustas o tristes.

Si traes a memoria los devocionales anteriores hablamos de saber escuchar, eso significa que nadie te confunda diciéndote mentiras.

A veces alguien puede decirte o proponerte cosas feas como:

“Mentí, no pasa nada.”

“Dale, hacé trampa en el juego.”

“No perdones, ¡enojate más!”

Es por eso que debemos estar atentos, saber distinguir lo que nos enseñó Jesús.

Te pedimos Jesús que podamos ser sabios en distinguir tu mensaje, que nadie nos engañe, que reconozcamos tus palabras.

Dios ya te está bendiciendo.