¿Sabés qué es una carta? No me refiero a las cartas para jugar, ¡hablo de esas cartas que escribimos con papel y lápiz para alguien especial!
El otro día le pregunté a mi hija si todavía se usaba escribirle a los amigos o a alguien que te gusta.
Y vos… ¿le escribirías una carta a alguien? ¡Cuando yo era chica, eso era re común!
Me acuerdo que, en mi adolescencia, mi amiga y yo nos escribíamos un montón de cartas. Todavía guardo una caja de zapatos llena de ellas.
En ese tiempo no existían los celulares ni el WhatsApp. Las llamadas por teléfono salían carísimas, así que las cartas eran nuestra forma de comunicarnos. Incluso mi tía, que vivía en otro país, nos mandaba cartas contando todas las cosas lindas que le pasaban.
Pensando en esto, me di cuenta de algo muy especial: en la Biblia también hay cartas. ¿Lo sabías?
La Biblia no es solo un libro, ¡es como una gran biblioteca llena de libros, historias y mensajes de Dios! Y dentro de ella hay varios libros que, en realidad, son cartas.
Los discípulos de Jesús y otras personas escribieron estas cartas para contarle a otros las buenas noticias que Él nos enseñó.
Varias de estas cartas las escribió el discípulo Juan. En una de ellas, que conocemos como “Primera de Juan”, quiso explicar qué significa ser seguidor de Jesús.
Cuando la leemos, nos comparte algo así:
“Jesús nos da una vida llena de felicidad, pero no una felicidad cualquiera. Jesús nos ofrece una felicidad que no se acaba nunca. Eso es una vida plena, hoy y siempre.”
La Biblia lo llama gozo.
Esta buena noticia que Juan quiere compartir se llama evangelio, y es la promesa de tener una vida eterna con Jesús.
Pero, ¿por qué Juan escribió esta carta? Lo hizo para que quienes la leyeran —¡incluso nosotros!— puedan tener una relación especial con Jesús. Para que podamos ser sus amigos y también hacer amigos que quieran ser amigos de Jesús. (Sí, suena a trabalenguas, ¿no?)
Juan dice en su carta:
«Les escribo porque quiero que sepan que Jesús los ama. Y esto los hará estar siempre felices y en paz. ¡Su amor no se acaba nunca!»
Así como Juan escribió para que sepamos cuánto nos ama Jesús, nosotros también podemos contarles a otros estas buenas noticias.
¿Te animás?