Aprender es una aventura

 Los padres de Jesús iban todos los años a Jerusalén para la fiesta de la Pascua.  Y así, cuando Jesús cumplió doce años, fueron allá todos ellos, como era costumbre en esa fiesta.  Pero pasados aquellos días, cuando volvían a casa, el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que sus padres se dieran cuenta.  Pensando que Jesús iba entre la gente, hicieron un día de camino; pero luego, al buscarlo entre los parientes y conocidos, no lo encontraron. Así que regresaron a Jerusalén para buscarlo allí. Al cabo de tres días lo encontraron en el templo, sentado entre los maestros de la ley, escuchándolos y haciéndoles preguntas. Y todos los que lo oían se admiraban de su inteligencia y de sus respuestas.  Cuando sus padres lo vieron, se sorprendieron; y su madre le dijo: —Hijo mío, ¿por qué nos has hecho esto? Tu padre y yo te hemos estado buscando llenos de angustia.

Jesús les contestó: —¿Por qué me buscaban? ¿No sabían que tengo que estar en la casa de mi Padre?

Pero ellos no entendieron lo que les decía. Entonces volvió con ellos a Nazaret, donde vivió obedeciéndolos en todo. Su madre guardaba todo esto en su corazón.  Y Jesús seguía creciendo en sabiduría y estatura, y gozaba del favor de Dios y de los hombres.

Lucas 2 41-53 DHH

 

Me gusta mucho leer esta historia y descubrir como Jesús dedicaba el tiempo suficiente para estudiar y aprender tantas cosas. Seguramente pasaba varias horas del día estudiando y otro tiempo jugando y divirtiéndose.

 

En esta historia me doy cuenta que Jesús, aunque era chico, puedo aprender todo lo que después de grande tenía que saber para ayudar a las personas, hacer milagros, y enseñarle a mucha mucha mucha gente todo lo que está escrito en los evangelios. (Los 4 libros que escribieron los discípulos)

 

Esta historia me hizo acordar que hace muchos años atrás, cuando fui por primera vez a la escuela, tenía mucho miedo de qué mamá y papá no se quedarán conmigo. Mis hermanos mayores también iban a la escuela, pero estaban en otra aula y a mí no me gustaba quedarme con gente desconocida, así que hice un gran berrinche y logré armar tanto escándalo que mi papá decidió volver a llevarme a mi casa.

Es verdad que estaba muy asustada y mi papá y mi mamá lo sabían, pero también me querían hacer entender que lo mejor que podía pasarme era volver a la escuela.

 

El primer día me costó un poco, pero después cuando me hice amigos y conocí bien a la maestra y entonces me di cuenta ¡qué lindo, ¡qué bueno y qué divertido es aprender todos los días algo nuevo!

 

Ahora que están por comenzar de nuevo las clases después de mucho tiempo de no ir al cole… ¡Qué bueno es que puedas como Jesús estar muy feliz compartiendo lo que aprendés con los demás, estudiando y descubriendo nuevas cosas de quienes te enseñan

 

Jesús sabía muuucho de la Biblia porque su papá y su mamá se lo habían enseñado. Aprendió tanto tanto que, aunque era un niño, terminó enseñándole a las personas más grandes y hasta a los maestros de la Biblia que estaban en el templo. Jesús sabía cosas que ellos no sabían, por eso me alegra tanto saber que pasó mucho tiempo estudiando.

 

Él sabía leer, escribir, hacer cuentas, y hasta aprendió hacer muebles en la carpintería con su papá.

Por eso este año, en que ir a la escuela va a ser tan diferente, te propongo que te pongas de acuerdo con tu familia para que este sea un tiempo para que descubran y aprendan en familia cosas nuevas, y disfruten juntos, aunque a veces no tengan tantas ganas de estudiar y repasar lecciones de historia, o practicar matemáticas.

 

Estoy segura que cuando llegue fin de año las personas que te conozcan van a decir como decían de Jesús:

 

Mientras tanto, Jesús seguía creciendo en sabiduría y en estatura. Dios y toda la gente del pueblo estaban muy contentos con él, y lo querían mucho.

 

Al comenzar este año escolar oren untos en familia y pídanle a Dios a descubrir que “aprender es una aventura”.

 

Feliz año escolar