Jesús dijo: Yo haré todo lo que pidan
Juan 14:14
¡Hola!
¿Cómo estás?
¿Cómo te fue con el comienzo de clases?
Algunos con muchas ganas de volver, para aprender cosas nuevas; otros con ganas de ver a sus amigos; y otros… ¡con nada de ganas! Pero, aunque no lo creas, ¡está bueno ir al colegio! Aprender cosas nuevas siempre es genial. Además, es muy importante recordar y poner en práctica todo lo que ya aprendimos.
En estos primeros días de clases, las maestras suelen repasar lo que aprendimos el año pasado, para refrescar la memoria y tenerlo presente.Hoy quiero recordarte algo que aprendimos en las últimas semanas, algo muy importante para este nuevo año escolar. Quiero que lo tengas presente, para que lo puedas poner en práctica en esas situaciones que se presentan todos los días.
Hablamos de David y Goliat. ¿Te acordas? Goliat era un gigante que desafiaba a todo un ejército a luchar. Les gritaba cosas feas, los avergonzaba, y era tan, tan grande que nadie se atrevía a enfrentarse a él. ¿Y sabes qué pasó después? ¡Sí! Llegó David, un joven pequeño, y con la ayuda de Dios, ¡lo venció!
¡Perfecto! Tal vez ya conoces esta historia de memoria, pero hoy quiero que la pongas en práctica…
Durante este año escolar, quizás muchas veces te sientas como ese ejército al que Goliat le gritaba cosas feas. A lo mejor no te digan nada, pero como hablamos la semana pasada, te puede dar vergüenza no tener cosas nuevas para el cole, y eso puede convertirse en tu «gigante». O tal vez tu «gigante» sea hacer amigos nuevos, terminar la tarea, no hablar demasiado en clase, o ser obediente con la maestra…
¡Uf, se me ocurren un montón de cosas!
Tal vez no sea solo uno, sino varios «gigantes». No importa cuantos, ni cuales son. Lo importante es que vencerlos con el poder de la oración, como lo leímos en otro de los devos
Quiero recordarte otra historia que hablamos hace poco, de 4 amigos que llevaron a otro a ver a Jesús. Había tanta gente en la casa que hicieron un agujero en el techo para poder llegar hasta Él. ¿Te acordas?
Hoy, quiero que pensemos en ser como esos amigos, que llevaron a otro a encontrarse con Jesús. ¿Y cómo podemos hacerlo?
Por ejemplo, estando atentos a lo que otros necesitan. Si alguien pide un lápiz y yo tengo, ¡puedo prestarlo! Si alguien es muy vergonzoso, puedo acercarme e intentar hablarle. ¡Compartir lo que tengo es compartir a Jesús!
¡Vamos por más! Vamos por un 2025 lleno de cosas nuevas para aprender y ponerlas en práctica.