David el valiente

Pero Dios le dijo: «Samuel, no te fijes en su apariencia ni en su gran estatura. Éste no es mi elegido. Yo no me fijo en las apariencias; yo me fijo en el corazón».

1° Samuel 16:7

¡Qué bueno es volver a encontrarnos y tomarnos un tiempo para aprender un poco más! ¿Te acordás que compartimos la semana pasada?

¡Sí, hablamos de la Alabanza…!

Hoy quiero contarte sobre una persona muy especial que se llamaba David. Su historia está en la Biblia.

Hace muchos muchos muchos años, Dios le habló a un abuelito que era el sacerdote del Templo, su nombre era Samuel. Él sabía lo que Dios pensaba y se lo decía a la gente. Un día le dijo que tenía que buscar a alguien muuuuy especial para que sea el nuevo rey. Era un Niño, si si… un muchachito.

Dios tenía un plan especial para él porque cuando creciera iba a ser el jefe del ejército y un rey poderoso. ¡guau!

Samuel, fue hasta donde Dios le dijo y encontró una familia con hijos, muuuchos hijos. Todos eran grandes y fortachones. Tenían muchos músculos y podían levantar cosas re pesadas. Seguro uno de ellos podría ser un gran rey pensó Samuel. Los miro uno por uno los vio altos y grandotes, pero Dios le dijo: No no no… no te fijes en su fuerza, ni en su cuerpo porque Yo miro que clase de hijo, hermano, y amigo es. Así que resultó que ninguno de los fortachones era tan bueno.

Después de verlos a todos, Samuel le preguntó al padre: ¿Estos son todos? ¿No hay más? Siiii, contestó el papá, pero es el más chiquito… es medio bajito… flaquito… un niño al que le gusta mucho cantar.

Rápidamente Samuel lo mando a llamar y cuando lo vio Dios le dijo: ¡Él es! ¡Sí yo lo elijo para que sea Rey!

Desde ese día Dios ayudó mucho a David, siempre lo ayudó a cuidar las ovejas, defenderlas de los animales más grandes, ser muy obediente y sobre todo muy valiente. Y lo más asombroso fue que se enfrentó a un gigante que quería pelear contra su pueblo y lo derrotó. Cuando David lo enfrentó, lo miró serio a la cara y le dijo: ¡si Dios me ha librado de las garras de los leones y lobos también me librará de vos aunque seas un gigantón!

Después de muchos años, David se convirtió en un rey muy valiente. Y de buen corazón. Siempre siguió tocando instrumentos musicales porque le gustaba mucho alabar a Dios, el que más le gustaba era el arpa.

Siempre, que podía cantaba, cuando estaba contento, cuando estaba triste y hasta cuando estaba cansado o enojado. David hacia canciones nuevas toooodo el tiempo para Dios.

Muchas de esas canciones están en la Biblia, en un libro llamado Salmos.

¡David les decía a todos que tenían que alabar a Dios todo el Dia!

Me gusta mucho la historia de David porque desde chico aprendió que una forma de mostrarle a Dios que lo amaba era cantando y tocando música y Dios dijo que se parecía mucho a Él, decía que David era como su hijo.

¡Cómo David, nosotros podemos alabar a Dios siempre!  Estoy segura que cuando lo adoramos nos vamos pareciendo más a Jesús.