Agradecidos

Den gracias a Dios siempre, porque eso es lo que él quiere para ustedes en Jesucristo.

1° Tesalonicenses 5: 18 PDT

Nacimos dentro del plan de Dios, desde antes de nacer somos su diseño por su voluntad. Y al recibir a Cristo fuimos incluidos como linaje de Abraham, familia de Dios.

Desde que naciste tu vida está plagada de milagros, uno tras otro, sencillos y cotidianos porque Papá te preservó dentro de Su voluntad. Sus bondades se renuevan cada amanecer y cada día puede ser un milagro delante de Su Presencia, por eso deberías dar gracias todos los días al despertarte por su maravilloso amor y la gracia de la vida.

Hace algunos años nos decíamos unos a otros en nuestra iglesia que GRACIAS tendría que ser la primera palabra que pronunciaran nuestros labios cada mañana.

Si pudiéramos vivir creyendo que la vida es un regalo más allá de la realidad que no siempre es buena, muy posiblemente cada mañana nos levantaríamos con un sentido de esperanza y gratitud más profundo del que estamos experimentando.

Estén siempre alegres, oren sin cesar, den gracias a Dios en toda situación, porque esta es su voluntad para ustedes en Cristo Jesús.

1° Tesalonicenses 5:16-18 NVI

Llená tu boca de la palabra “gracias”, una palabra tan sencilla como profunda cuando la decimos desde un reconocimiento genuino. Es que mayormente decimos gracias más por educación o costumbre que por una valoración real de aquello que agradecemos. Pero si podemos decirla creyendo realmente en el valor que encierra somos los primeros bendecidos.

Decir gracias no siempre es fácil, porque ser realmente agradecidos nos confronta con lo que no disfrutamos, pero nos hace bien y nos edifica.

¿Cuántas veces dijiste gracias hoy? ¿Con quién sos más agradecido, agradecida?

Leí un artículo acerca del tema que decía que los países donde la gente vive más feliz no eran los más ricos o poderosos, al contrario, porque para ser agradecido realmente hay que enfocarse en lo que se tiene, aunque sea poco, más que en l que falta. La gratitud puede transformar nuestro día, y creo que hasta modificar bastante nuestro carácter o actitudes diarias.

Camino a Jerusalén, Jesús pasó por las regiones de Samaria y Galilea. Al entrar a cierto pueblo, diez leprosos salieron a encontrarlo. Se quedaron parados a lo lejos, y le dijeron en voz alta: —¡Jesús, Maestro, por Dios, ¡ayúdanos!  Al verlos, Jesús les dijo: —Vayan y preséntense ante los sacerdotes. Mientras iban a los sacerdotes, fueron sanados.  Cuando uno de ellos vio que había sanado, regresó a donde estaba Jesús, dando gritos de alabanza a Dios.  Se postró rostro en tierra ante Jesús y le dio las gracias. Este hombre era un samaritano. 

Jesús respondió: —Diez hombres fueron sanados, ¿dónde están los otros nueve? 

Lucas 17: 11-17 PDT

Jesús llama la atención de los que lo rodean destacando la actitud del leproso que al ser sanado volvió para darle gracias. Diez leprosos fueron sanados por igual, pero solo uno cambió su actitud interna, reconoció que semejante cambio debía comenzar por dejar su pasado penoso, su angustia, frustración, quizás rencor y asumir una actitud de celebración y gratitud. Él cambió por fuera y por dentro, y de esa manera “esta vez sí pudo acercarse a Jesús” algo que no pudo hacer siendo leproso.

Creo que su actitud coincide con el artículo que antes mencioné porque él no solo era despreciado por ser leproso… además era samaritano. Tenía un motivo más para agradecer, el Mesías lo había considerado digno de ser sanado. Esa gratitud lo convirtió en el único de los diez en ser mencionado en los evangelios, el que dejó en otros una enseñanza y seguramente pudo seguir al Maestro, como lo dice la versión Reina Valera: tu fe… te ha salvado.

No hay dudas de que la gratitud es sanadora… aun cuando creamos que ciertas situaciones o experiencias no son motivos para agradecer, la Palabra nos recomienda ser agradecidos.

Seguramente sos una persona que agradece a Dios cada día e incluso como familia antes de la comida o a la noche cuando oran juntos. Grandes y chicos o los esposos en el desayuno de alguna u otra manera hay al menos una oración de gratitud compartida. Pero hoy te propongo ir por más, y que juntos hagan una lista de las cosas por las que pueden y deben darle gracias a Dios.

Inviertan tiempo en detectar cuáles son las bendiciones de Dios que cada mañana se renuevan sobre cada uno y como familia. Esposos, padres, hijos, hermanos, primos, abuelos… los que comparten una realidad familiar, sea cual sea, reciben el favor de Papá juntos, y juntos deben darle la gloria, el honor y toda la gratitud. 

Ruth O. Herrera