Éste es un día que ustedes deberán recordar y celebrar con una gran fiesta en honor del Señor. Lo celebrarán como una ley permanente que pasará de padres a hijos. Tanto el primer día como el séptimo deberán dedicarlos a una reunión santa. Esos días no se trabajará, a no ser para preparar la comida de cada persona. La fiesta de los panes sin levadura es un día que ustedes deberán celebrar, porque en ese mismo día los saqué de Egipto a todos ustedes. Lo celebrarán como una ley permanente que pasará de padres a hijos.
Éxodo 12:14, 16 y 17 DHH
(Énfasis del autor)
La Pascua y la fiesta de los panes sin levadura están unidas. El día catorce tenían que comer el cordero asado, panes sin levadura y hierbas amargas; pero a partir del día quince comenzaba una semana de celebración y descanso. Durante este tiempo se recordaba que Dios había sacado a su pueblo de la esclavitud.
Los panes se preparaban sin levadura como símbolo de que salieron de Egipto tan apurados que ni siquiera tuvieron tiempo de dejar que la masa leudara.
¡El festejo duraba una semana entera! Durante esos días la única tarea que hacían era preparar la comida.
¿Te imaginás? ¡Qué contraste! Durante cuatrocientos treinta años habían trabajado todos los días hasta caer rendidos de cansancio. De repente, el Señor en un día los liberó y les dio una orden: “a partir de ahora van a hacer una fiesta en mi honor, durará siete días y solo se dedicarán a honrarme y a descansar”.
Cuando leemos estas indicaciones tan detalladas podemos apreciar el interés de Dios en que su pueblo pudiera celebrar su libertad, disfrutar del descanso y honrar a Quien se los había regalado. Hacerlo en familia, contarles a sus hijos cuál era el significado de la fiesta y mantenerla a través de las distintas generaciones.
Esa idea original no ha cambiado. Papá nos ha traído descanso. Ya nunca más tendremos que esforzarnos para agradarlo ni ofrecer sacrificios para que nos acepte. Dios nos rescató de una vida sin sentido ni esperanza. Lo hizo a través de Jesús. Por su obra en la cruz nosotros podemos descansar, celebrar y amarnos profundamente unos a otros, de todo corazón.
Pues ustedes saben que Dios pagó un rescate para salvarlos de la vida vacía que heredaron de sus antepasados. No fue pagado con oro ni plata, los cuales pierden su valor, sino que fue con la preciosa sangre de Cristo, el Cordero de Dios, que no tiene pecado ni mancha.
Dios lo eligió como el rescate por ustedes mucho antes de que comenzara el mundo, pero ahora en estos últimos días él ha sido revelado por el bien de ustedes. Por medio de Cristo, han llegado a confiar en Dios. Y han puesto su fe y su esperanza en Dios, porque él levantó a Cristo de los muertos y le dio una gloria inmensa. Al obedecer la verdad, ustedes quedaron limpios de sus pecados, por eso ahora tienen que amarse unos a otros como hermanos, con amor sincero.
Ámense profundamente de todo corazón. Pues han nacido de nuevo pero no a una vida que pronto se acabará. Su nueva vida durará para siempre porque proviene de la eterna y viviente palabra de Dios.
1° Pedro 1:18-23 NTV
Mónica Lemos