Jesús les dijo: —¿Ahora sí creen?Escúchenme, va a llegar el momento en que ustedes serán dispersados. Cada uno va a regresar a su casa y me dejarán solo.
Juan 16:31-32 PDT
Poco antes de ser maltratado y deshonrado por los hombres, Jesús habló con sus amigos como ya lo había hecho otras veces abriendo su corazón para que ellos entendieran que en su vida la soledad era parte de su sacrificio por los hombres.
Sin embargo, el ver a sus amigos huir en Getsemaní no dejó de ser doloroso aun sabiendo de antemano que ocurriría
Él tenía la convicción de que el Padre era su real compañía y estaría todo el tiempo rodeándolo mientras transcurriera su agonía. Y si bien Jesús había experimentado el desprecio, la crítica y la violencia, esta era la más terrible etapa de su vida.
Vos y yo… nadie puede realmente imaginar esas tres horas de tinieblas, durante las cuales estuvo solo para decidir cargar con el juicio del Dios Santo contra el pecado de toda la humanidad.
Sin duda fue el momento emocional más difícil de Jesús en la tierra. Al huerto le siguió la cruz, pero fue en esa absoluta soledad que decidió completar el plan de salvación a costa de sí mismo. Él sabía que estaba a punto de enfrentar la más tremenda batalla espiritual jamás librada.
Es esto lo que conmueve mi corazón, el hecho de que era totalmente consciente de lo que decidía enfrentar. En otras oportunidades Jesús, al no ser comprendido por las multitudes, podía compartir tiempo con sus amigos, pero en Getsemaní la soledad fue absoluta.
Después, Jesús fue con sus discípulos a un lugar llamado Getsemaní, y les dijo: «Quédense aquí, mientras yo voy allí a orar.»Jesús invitó a Pedro, a Santiago y a Juan para que lo acompañaran. Luego empezó a sentir una tristeza muy profunda, y les dijo: «Estoy muy triste. Siento que me voy a morir. Quédense aquí conmigo y no se duerman.»
Mateo 26: 36-38 TLA
La experiencia de soledad es más fuerte cuando los más cercanos se van o toman otros caminos. Mateo nos habla de un hombre abandonado y desamparado por sus amigos.
Esta es la razón por la que creo que Jesús, sufrió el más profundo desamparo que alguien puede experimentar, porque su obra de redención estaba dirigida justamente a los que lo dejaron solo.
La causa de su muerte eran sus amigos.
A primera vista, el enfrentar el juicio y la muerte sin un amigo cerca es la experiencia de un rotundo fracaso.
La deshonra de la crucifixión fue antecedida por una soledad que él no buscó.
En mayor o menor medida todos experimentamos la soledad, y es muy probable que estés pasando tiempos difíciles, aislado/a, rodeado de la amenaza de una pandemia ya muy larga, angustiante y frente a un año sin muchas expectativas, pero te traigo este pasaje porque es totalmente límite y sin el final de la historia puede ser frustrante y muy angustiante, pero quiero resaltar que Jesús pudo con su Getsemaní…
En las últimas semanas hablando con varias personas que transitan de una u otra manera una crisis, encontrarme una vez más con la constancia y resistente fe de Jesús es de mucha inspiración porque en tiempos duros probablemente la compañía de los demás no nos alcanza y sólo levantar la mirada al Señor puede darnos, aunque sea, una nueva expectativa de paz.
A veces necesitás sólo un día de esperanza, un momento de ilusión, un pensamiento tranquilizador para volver a ponerte en pie.
Si no podés correr, caminá; si no podés cantar, tarareá; si no podés bailar, sólo mové los pies… Un pequeño inicio puede habilitar muchos días buenos. Y no te olvides que no estás solo, no estás sola…
Hoy el mismo que sufrió la más tremenda soledad te dice: “Cuenta conmigo”.
Padre justo, el mundo no te ha conocido, pero yo te he conocido, y éstos han reconocido que tú me enviaste. Y les he dado a conocer tu nombre, y aún lo daré a conocer, para que el amor con que me has amado esté en ellos, y yo en ellos.»
Juan 17: 25-26 RVC
Ruth O. Herrera