No permitirá que tu pie resbale; jamás duerme el que te cuida. Jamás duerme ni se adormece el que cuida de Israel. El Señor es quien te cuida, el Señor es tu sombra protectora. De día el sol no te hará daño, ni la luna de noche. El Señor te protegerá; de todo mal protegerá tu vida. El Señor te cuidará en el hogar y en el camino, desde ahora y para siempre.
Salmo 121 3-8 NVI
Hace unos días te propuse usar menos pantallas, y en lo posible leer la Biblia en papel. No sé si a vos te pasa, para mí es incómodo. Pero no es desde la comodidad o no que te digo que no uses las pantallas es desde cómo quedás atrapado sin darte cuenta, porque no la usás para una sola cosa. No podés ya vivir sin el celular, entonces hay algo que consumís… pero hay algo que te consume. Inclusive la gran parte de ese consumo no te hace falta pero lo buscás ¿Por qué? porque tu cerebro está acostumbrado al estímulo y si sos una persona ansiosa te estás perjudicando, porque esta es la era de la ansiedad alimentada por un mal uso de la tecnología. ¿Por qué digo esto? Para que puedas visualizar tu entorno, tu contexto, dónde vivís, qué te afecta, qué te predica, qué entra en tu vida, qué comes, qué digerís. No se trata de dejar todo y ahora leer todo el día la Biblia. Dios no te propuso eso. Se trata de que te des cuenta, se trata de ver qué es lo mejor para tu vida en este momento.
Si empezás a poder esperar… el cerebro te lo agradecerá. Posponer la recompensa en este tiempo es una de las mejores cosas que te puede pasar, aprender a dejar el estímulo de un placer inmediato por un placer superior es algo bendito, porque hay mucha frustración para el que no puede esperar. Hay mucha frustración para aquel que oró a Dios y dice: “lo quiero ya” y a veces es la vida misma, y a veces Dios se tarda, pero la vida misma tiene su ritmo. Tu propia vida no debe ser forzada y ¿cuál es tu ritmo? algunos son heavy metal, otros son bolero, otros son pop de los años 90 y otros son éxitos contemporáneos.
Pastor Hugo Herrera
En algún momento de la semana todos decimos: “necesito descansar”. Es que vivir sin pausa podríamos decir que no es vivir. El tiempo tiene un valor que no sabemos capitalizar…
En esta vida todo tiene su momento; hay un tiempo para todo…
Eclesiastés 3:1 TLA
¿Por qué muchos creemos que dormir la siesta es una pérdida de tiempo, o sentarse para almorzar, o caminar despacio es para los que no tienen nada para hacer? La productividad nos consume aunque es necesaria, pero Dios nos creó con la capacidad de producir y trabajar y con la necesidad de hacer pausas.
Si tuvieras que responder cuál es tu ritmo… ¿qué dirías? Hoy se usa decir: “estoy ATR” (A todo ritmo).
Escuché a un hombre anciano hablar del valor que nos damos a nosotros mismos y la manera en que nos postergamos por lo urgente. Al terminar su breve discurso pensé en lo importante que es darle descanso a mis urgencias… en especial las que no son urgentes, y acto seguido volví a leer el salmo 121 deseando redescubrir que puedo descansar porque quien me cuida no se duerme. Y sucedió… volví a visualizar a Dios como el Padre que espera a su hijo en la puerta para recibirlo con la cena lista, la ropa nueva y los abrazos pendientes.
Pensalo por unos segundos… ¿cuánto hace que tu cerebro sigue nadando en preocupaciones y no descansa? No esperes a que te salte el disyuntor o se te queme la neurona. Aflojá con tu pensamiento recurrente y cambialo por una canción de gratitud.
Te propongo algo simple y profundo, al terminar esta última frase, apagá la pantalla, respirá profundo y repetile a tu alma: “Descansa alma mía porque Papá no se duerme”
Ruth O. Herrera
