Disfrutaré de su bondad

¡Pero yo sé que viviré para disfrutar de tu bondad junto con todo tu pueblo! Por eso me armo de valor, y me digo a mí mismo: «Pon tu confianza en Dios. ¡Sí, pon tu confianza en él!»

Salmos 27:13 y 14 (TLA)

 

Los compositores de los salmos reflejan en sus cantos las distintas experiencias de la vida. En este caso, David como rey tuvo que gobernar una nación y además hacerle frente a enemigos externos e internos. Sus poemas expresan todo tipo de emociones: rabia, temor, deseos de venganza, necesidad de perdón, soledad, anhelo por la comunión con Dios, etc.

 

La enumeración de sentimientos no es lineal, está mezclada. Como sucede en la vida cotidiana, cada uno de nosotros a veces podemos experimentar emociones positivas y otras veces negativas. En un solo día es posible vivir situaciones que despierten nuestra rabia y otras que despierten alegría, calma o placer.

Las emociones y nuestros pensamientos están ligados. Nuestra mente es inaccesible para los demás, allí surgen las ideas más variadas.

 

En el caso de Salmos, sesión veintisiete, el autor decide exponerlos y trabaja con dos conceptos principales: la confianza y los enemigos.

Los enemigos aparecen sin que los busquemos, pueden ser personas y también situaciones que se vuelven en contra de nosotros, aun nuestro propio monólogo interno. En cambio, la confianza tiene el potencial de desarrollarse a través del tiempo.

 

Una y otra vez David enfrenta los desafíos de su vida con la opción de confiar en sí mismo, en su poder real, en sus amigos o en Dios. Nosotros también.

Si bien es poco probable que estemos en posiciones de autoridad o de exposición tan pública como este gobernante, sin embargo todos vivimos momentos de incertidumbre, enfermedad, situaciones o pensamientos amenazantes que pueden llevarnos a la victoria o a la derrota. Al miedo o a la confianza.

 

En la actualidad se considera que no existe una verdad absoluta sino distintas opciones de verdades particulares de acuerdo a la percepción de quien las cree. Este pensamiento dominante hace que las personas no quieran y muchas veces ni siquiera puedan confiar en nada ni en nadie. Lo que hoy es verdad mañana puede no ser cierto. Los fundamentos de la vida son continuamente sacudidos.

 

La pregunta es ¿qué hacemos entonces? ¿Cómo afrontamos nuestros días? Con optimismo dirían los fanáticos de la positividad como estilo de vida. Como contrapartida, los pesimistas nos recordarían que no hay muchos motivos para tener esperanza en el futuro.

En cambio hay una tercera propuesta, la que nos hace la Palabra y se resume en la breve, pero contundente declaración del salmista.

¡Pero Yo sé que viviré para disfrutar de tu bondad junto con todo tu pueblo!

 

A pesar de todo lo que venga en mi contra, a pesar de las veces que fracaso en el intento, a pesar de mis experiencias pasadas y de las situaciones que me llenan de temor. Por eso me armo de valor, y me digo a mí mismo: «Pon tu confianza en Dios. ¡Sí, pon tu confianza en él!»

 

Dios quiere que grabes en tu memoria que vivirás para disfrutar de su bondad.

 

Enfocate en esa verdad inamovible que te permite armarte de valor y apostar a la esperanza, vislumbrar la victoria aunque la realidad te traiga otro mensaje. Por último, imitá al poeta bíblico, decite una y otra vez “pongo mi confianza en Dios” “¡Sí, pongo mi confianza en Él!”

 

Mónica Lemos