Ejemplo de perdón

Además, sus hermanos fueron y se arrodillaron delante de él, y le dijeron: «Aquí nos tienes. Somos tus siervos.» Pero José les respondió: «No tengan miedo. ¿Acaso estoy en lugar de Dios? Ustedes pensaron hacerme mal, pero Dios cambió todo para bien, para hacer lo que hoy vemos, que es darle vida a mucha gente.

Génesis 50: 18-2018-19 RVC
(Énfasis del autor)

Un ejemplo poderoso de alguien que vivió en paz, a pesar de las injusticias, es José, el hijo de Jacob. Fue vendido por sus propios hermanos, traicionado, acusado falsamente y encarcelado. Tenía razones de sobra para vivir amargado y vengarse. Sin embargo, cuando tuvo la oportunidad de tomar represalias, eligió el perdón y la paz.

Muchas veces tenemos frente a nosotros obstáculos para la paz. Hay muchas cosas que pueden impedirnos vivir en paz con los demás: el orgullo por el que nos cuesta pedir perdón o aceptar errores. Heridas sin sanar por el que guardamos rencor por lo que nos hicieron. Malentendidos que por falta de comunicación rompen vínculos. Miedo a ser rechazados o heridos nuevamente.

Y la solución no está en negar estos obstáculos, sino traerlos a la luz delante de Dios. Jesús quiere sanar nuestras heridas, renovar nuestra mente y enseñarnos a vivir de manera diferente. El Espíritu Santo es nuestro maestro en la escuela del perdón y la reconciliación. Es quien en nosotros produce el querer como el hacer. Quien nos da uno de los frutos del Espíritu que es la paz.

No se trata de algo que producimos con nuestras propias fuerzas, sino de una obra de Dios en nosotros. Esto lo provoca la intimidad con Dios, cuando oramos, leemos la Palabra y obedecemos su voz, comenzamos a ver cómo nuestra forma de reaccionar cambia.

De repente, podemos responder con paciencia donde antes reaccionábamos con enojo. Podemos escuchar en lugar de interrumpir. Podemos dar el primer paso para reconciliarnos, aun cuando creemos que no nos corresponde.

La pacificación no es natural, es espiritual. Es el reflejo de una vida habitada por Dios.

¿Cómo vivir en paz con todos en la vida diaria?:

Orando por quienes nos hirieron.

Al pedir perdón cuando ofendemos, aun sin mala intención.

Evitando chismes y críticas destructivas, que son veneno para las relaciones.

Buscando el diálogo, no la confrontación.

Dándonos tiempo para escuchar, que es también es amar.

Todos estamos en proceso. Así como el tiempo transformó el dolor y el lógico rencor que pudo tener José, Dios también trabaja para convertir lo malo en bueno, renovar nuestra vida hasta que disfrutemos el dar y obrar en la Gracia que recibimos primero.

No te des por vencido/a

 

Ruth O. Herrera