Mientras callé, se envejecieron mis huesos, en mi gemir todo el día.
Salmo 32:3
Cuando algo nos anuda la garganta y no podemos hablar, parece que nos quedamos sin palabras, imposibilitados de expresarnos. Como se dijo: cuando hay un nudo, hay un mudo.
Necesitamos vencer las barreras que no nos permiten el poder poner palabra a los sentimientos, emociones o cualquier otra circunstancia que nos ahoga.
“Gary era un cirujano de éxito, inteligente y solícito, pero su novia, Ellen, estaba exasperada porque, en el terreno emocional, Gary era una persona chata y sumamente reservada. Podía hablar brillantemente de cuestiones científicas y artísticas, pero en lo tocante a sus sentimientos, era (aun con Ellen) absolutamente inexpresivo. Y por más que ella tratara de mover sus emociones, Gary permanecía indiferente e impasible y no cesaba de repetir: “Yo no expreso mis sentimientos” al terapeuta que visitó a instancias de Ellen y, cuando llegó el momento de hablar de su vida emocional, Gary concluyó: “no sé de qué hablar. No tengo sentimientos intensos, ni positivos ni negativos”. Pero Ellen no era la única en estar frustrada con el mutismo emocional de Gary porque, como le confió a su terapeuta, era completamente incapaz de hablar abiertamente con nadie de sus sentimientos. Y el motivo fundamental de aquella incapacidad era, en primer lugar, que ni siquiera sabía lo que sentía…”.
Autor: Daniel Goleman
Este es solo un muy pequeño extracto del libro: “Inteligencia emocional”, para ayudarnos a identificar el tema. Posiblemente al leer este párrafo venga a tu mente la imagen de alguna persona cercana a vos y que podría estar en lugar de Gary. O quizás vos mismo te sientas incapaz de expresar o poner en palabras lo que te consume o ata interiormente. Este es un tiempo nuevo en el que Papá desea provocarte a la libertad de “hablar y buscar ayuda si lo necesitás”.
Una persona cercana y empática es aquella en la que se encuentran espacios y oídos dispuestos a acompañar el proceso de sanidad que una persona necesita. Una iglesia así es una familia de personas que sean capaces de cumplir con el deseo de Papá.
Las personas van seguir a Dios porque se encuentran con un Dios vivo, expresado en gente como nosotros.
Muchas veces nos sucede que no sabemos qué les pasa a nuestros hijos, o a alguien en nuestra familia, ignoramos lo que sienten los amigos, porque todas las personas en algún momento viven en ese mutismo, en ese “nudo de silencio” que provoca que no le cuentan a nadie lo que verdaderamente les pasa.
El ayuno que a mí me agrada es que liberen a los presos encadenados injustamente, es que liberen a los esclavos, es que dejen en libertad a los maltratados y que acaben con toda injusticia; es que compartan el pan con los que tienen hambre, es que den refugio a los pobres, vistan a los que no tienen ropa, y ayuden a los demás.
Isaías 58: 6-7 TLA
Entonces, el ayuno que Dios prefiere es que sueltes las cargas que hay en tu vida, que desates ligaduras de impiedad, que aprendas a soltar toda opresión que hay sobre tu familia, en la vida de tus hijos y tus amados.
Pastores Hugo y Ruth Herrera