«Deja tu tierra, tus parientes y la casa de tu padre, para ir a la tierra que yo te voy a mostrar. Con tus descendientes voy a formar una gran nación; voy a bendecirte y hacerte famoso, y serás una bendición para otros. Bendeciré a los que te bendigan y maldeciré a los que te maldigan; por medio de ti bendeciré a todas las familias del mundo.»
Génesis 12: 1-3 TLA
«La esperanza es la certeza de que Dios cumplirá Sus promesas, no importa cuán imposibles parezcan. La esperanza es la confianza de que Dios es fiel, que Él es el mismo ayer, hoy y por la eternidad.
«En la Biblia, leemos sobre la vida de Abraham, quien recibió una promesa de Dios de ser el padre de una gran nación. A pesar de su edad avanzada y la incredulidad de su esposa Sara, Abraham creyó en la promesa de Dios y esperó pacientemente.
En Romanos 4:18-21, leemos: ‘Aunque no había esperanza, Abraham creyó en esperanza, para llegar a ser padre de muchas naciones… Y no dudó de la promesa de Dios por incredulidad, sino que se fortaleció en fe, dando gloria a Dios. «La esperanza de Abraham nos enseña que: Dios es fiel a Sus promesas. La fe es la confianza en la fidelidad de Dios. La esperanza nos da”
Charles Stanley
Lo que Dios tenía para el pueblo era mucho más que ser libres de la esclavitud. Su plan perfecto era formar un pueblo que lo representara, siguiera y adorara. Que llegaran a ser un referente para otras naciones. Un referente que inspirara y mostrara el camino hacia la soberanía de Papá.
Como ya dijimos, la promesa que comenzó con Abraham era generacional y para todos los pueblos de la tierra. La bendición de Dios siempre tiene el propósito de multiplicarse en el tiempo.
Hoy, como siempre, ¡Dios necesita un pueblo que le marque el rumbo al mundo!
El seminario que nuestro pastor está desarrollando nos inspira a prepararnos para la victoria… Es nuestra “la decisión”, Dios no lo puede hacer por nosotros. No nos obliga pero nos da todas las herramientas para poder hacerlo.
¡Es nuestra decisión!
¡Es tú decisión!
Ruth O. Herrera