Después me dijo: «Ya está hecho. Yo soy el alfa y la omega, el principio y el fin. Al que tenga sed le daré a beber del manantial del agua de la vida, sin que le cueste nada. El que salga vencedor recibirá todo esto como herencia; y yo seré su Dios y él será mi hijo.
Apocalipsis 21: 6-7 DHH
Para vencer hay que enfrentar cambios, incluso los cambios que a veces creemos que se vuelven en contra. Por eso, Dios nos promete darnos agua abundante para seguir la carrera, para avanzar. Nos ofrece lo nuevo, lo fresco, aquello que nos sorprende y nos modifica, porque si no tenemos capacidad de cambio y solo nos mantenemos en lo estático y lo rígido nos detenemos y frustramos Su plan para el Reino.
Por fe, Abraham, cuando Dios lo llamó, obedeció y salió para ir al lugar que él le iba a dar como herencia. Salió de su tierra sin saber a dónde iba
Hebreos 11:8 DHH
Muchas veces, Dios nos llama a dar pasos de fe hacia lo desconocido, confiando en Su plan perfecto. Abraham es un ejemplo claro de que el cambio no siempre viene con un mapa detallado o una garantía de comodidad.
Cuando Dios lo llamó para dejar su tierra y su parentela, Abraham obedeció sin saber exactamente adónde iba. Este acto de obediencia fue un testimonio de su fe en Dios. Los cambios que enfrentaría, buenos y no tan buenos, fueron eslabones imprescindibles para el propósito universal de Dios.
En nuestra vida diaria, también enfrentamos decisiones que requieren fe. Quizás sea un cambio de empleo, mudarse a una nueva ciudad o incluso un cambio interno, como perdonar a alguien o enfrentar un temor. En todos estos casos, la clave está en confiar en que Dios está en control y que Su plan es siempre mejor que el nuestro.
Me acuerdo de los días de vacaciones cuando mi hijo mayor aprendió a andar en bicicleta, tendría 5 años y lógicamente tenía miedo de que lo soltaran. Así que lo acompañamos corriendo al lado hasta que creyó en lo que le decíamos: “Confiá en que no te vas a lastimar”. Fue cuando creyó y pedaleó con ritmo seguro. Ese logro cambió su independencia para disfrutar los siguientes días. Algo sencillo y a la vez un eslabón de independencia.
Es muy difícil resolver, hacer un cambio sin tener la evidencias del futuro… solo por fe. Es lógico no arriesgarnos sin certezas, por eso necesitamos creer como niños, saber que recibiremos la herencia perfecta. De la misma manera que lo hizo Abraham, nosotros podemos confiar en que nuestro Padre celestial está con nosotros, guiándonos en cada paso del cambio.
Los desafíos que Dios nos propone habilitan cambios internos y externos. Así que, para tomar la decision de girar en nuestros días es necesario un encuentro con Dios de manera diferente.
Es necesario un encuentro con Dios sin cálculos, sin negociar.
Es necesario abandonarse en los brazos de Dios.
Es necesario ser como niños para que aparezca Papá.
Es necesario que el Señor nos encuentre dispuestos a lo nuevo.
¿Identificás si en algún área de tu vida Dios te está llamando a dar un paso de fe?
Ruth O. Herrera