Fe renovada

El Señor les contestó: —Si ustedes tuvieran fe, aunque sólo fuera del tamaño de una semilla de mostaza, podrían decirle a este árbol: “Arráncate de aquí y plántate en el mar”, y les haría caso.

Lucas 17:6 NTV

 

El hombre busca seguridades en medio de los riesgos, por eso nuestra fe paga el precio de querer estar tranquilos. 

 

Hace años atrás, ante la enfermedad luché con mi fe, y me pregunté una y otra vez a mí misma: “¿Dónde está tu fe?” Los diagnósticos eran más fuertes que lo que había enseñado tantas veces, o las oraciones fervientes en las que había visto su poder.  

A todos nos pasó o nos pasa, que oramos como haciendo fuerza y nos replanteamos lo que esperamos y no queremos arriesgarnos con palabras de fe que nos parecen imposibles.

Somos algo desconfiados con las profecías y todo lo que no podemos comprobar instantáneamente. Tenemos, como Pedro, al Maestro frente a nosotros, pero el viento, la tormenta y las olas no nos permiten escucharlo decir “Ven”.  

Podes repetirle a los demás el mensaje de vida, saber la Biblia de memoria y creer que Dios puede obrar, pero no tener fe de que lo haga… 

Muchas veces la fe desafía tus creencias, y tus creencias determinan tu vida y se pueden volver rotundas y poderosas. Si ves tu futuro como una gran montaña negra, grande e imposible de cruzar y no podés ver más allá, te condicionás e internamente te determinás a vivir así. Pero si alimentas tu vida dejando que Dios trabaje con vos, con tu fe pequeña como un granito de mostaza, vas a correr esa montaña de lugar. 

Muchos saben que en momentos límites, la fe crece y buscan esas experiencias, intentando experimentar sensorialmente el poder y la presencia de Dios… Pero eso no es suficiente.

Dios tiene el poder para obrar y su voluntad es bien para vos… Pero tenés que ser un colaborador en su obrar. Dios te ama y quiere bendecirte, y a la vez, tener en vos un colaborador para amar y bendecir a otros. Sos sus manos para acariciar y curar, su boca para hablar palabras de salvación y de aliento. 

Ir a Dios sabiendo que tu amistad con Él bendice a otros te ayuda a que tu fe se desarrolle, aunque hoy creas que sos “pobre de fe”.

El Señor no solo va a hacer nacer en vos una nueva fe, sino que desarrollará en tu corazón una fe que va a expandirse. Necesitas esa fe no solo para cuando querés algo o te pasa algo malo, necesitas esa fe para ser la persona que Dios ha levantado en este mundo y quiere que seas, testigo de Su Presencia, portador de las mejores noticias que alguien puede recibir. 

Hoy necesitás leer más de una vez este devocional para poder asimilar lo que Dios te está diciendo. Quizás podés tomar un tiempo para recordar cuáles fueron las situaciones a lo largo de tu vida en las que  luchaste con tu fe y no pudiste creer que Dios haría algo nuevo, y ya mejor y sin culpas darle gracias  por su amor, y que aun cuando no pudiste creer realmente, Él siguió obrando sin depender de tus limitaciones. 

 

                       Ruth O. Herrera