Y llamó el nombre del segundo, Efraín; porque dijo: Dios me hizo fructificar en la tierra de mi aflicción.
Génesis 41:52 RVR60
(Énfasis del autor)
La historia de José es apasionante, tiene todos los ingredientes de una novela: intrigas, traiciones, celos, envidia, y sobre todo, el tema ya anunciado en algunas biografías del Antiguo Testamento: Proceder correctamente y honrar a Dios no siempre nos dirige directamente y sin escalas hacia el éxito.
Este joven era el preferido de su papá Israel, quien lo amaba más que a todos porque lo había tenido en su vejez y además era hijo de Raquel, la mujer de la que se enamoró desde que la vio por primera vez.
Sus hermanos lo odiaban tanto que ni siquiera podían hablarle bien. Por si esto fuera poco tuvo un sueño y corrió a contárselo a ellos. La situación, que ya era mala, se tornó insostenible. El odio encendido hizo el resto y lo vendieron como esclavo a un país extraño. Había llegado el destierro.
En Egipto tuvo que acostumbrarse a condiciones de vida muy diferentes, pero aun así todo lo que hacía le salía bien. Hasta que comenzó la racha de malos momentos, injusticias y mentiras. Como resultado, terminó preso sin motivos.
Sin duda, conocés la historia así que este es solo un resumen general. José en todo tiempo se mantuvo fiel a Dios y a sus convicciones, pero por muchos años todo fue de mal en peor.
Hasta que, en un momento, su suerte empezó a cambiar y tras una serie de acontecimientos guiados por la mano de Dios llegó a ser gobernador del país y administró con excelencia los recursos que luego permitieron que toda la población, incluso de países vecinos, tuviera abundancia de alimento en tiempos de hambruna general.
En ese país extraño y lejano, José se casó y tuvo dos hijos. Esto sucedió antes del reencuentro con su familia y de que el perdón sanara tantos años de amargura. Cuando nació el menor le puso por nombre Efraín, que significa fructífero. Algo así como un recordatorio de fe ¡Imaginate, cada vez que lo nombrara recordaría que Dios lo hizo fructificar en la tierra de su aflicción!
Seguramente José experimentó altibajos en su fe, quizás hasta alguna vez se haya cuestionado si ser íntegro y hacer lo correcto tenía sentido… Después de todo, era un ser humano como cualquiera de nosotros y pasó por crisis tan intensas que es probable que sus emociones hayan tenido vaivenes, mezcla de fe y de rabia, de impotencia y de añoranza, de soledad y desamparo.
La Biblia no siempre cuenta todos esos detalles, pero los podemos intuir, porque participamos de la misma naturaleza y en tiempos de crisis y angustia muchas veces somos sacudidos, y es ahí donde surgen las dudas, las preguntas. Esos pensamientos que nos inundan. Sabemos que Dios no es cruel ni injusto, pero lamentablemente a menudo las personas sí y sufrimos las consecuencias de los actos de otros. Hasta de nuestra propia familia.
A pesar de todo esto, José pudo reconocer que la mano del Señor lo hizo dar fruto en el lugar donde fue tan afligido.
Dios no quiere que tu tierra de aflicción te derribe, la esterilidad no será tu condición permanente. Como hizo con el hijo preferido de Israel, Su deseo es que puedas ser fructífero aun en medio de lo que te aflige y te aplasta.
Las etapas inciertas, injustas, dolorosas y difíciles son para nuestro Papá que nos ama una oportunidad para dar a luz a nuestro Efraín.
¿Podrás animarte a creerlo?
Mónica Lemos