Instantes y procesos

De cualquier modo, queridos, no deben olvidar que, para el Señor, un día es como mil años y mil años como un día.

2ª Pedro 3:8 BLPH

 

Dios no actúa en  el “llame ya”.

Nosotros aplicamos el botón mágico  del “llame ya”. No podemos esperar. Nuestras mentes están casi inflamadas porque no soportamos la espera. No nos damos cuenta, pero cada vez más nos cuesta esperar. Todo tiene que suceder al instante.

 

Jesús no trabaja así, Él vino a tu vida para demorarse, para morar… para quedarse.

De hecho, dice la Biblia que el Espíritu Santo vino a hacer morada, vino para quedarse, vino a vivir para siempre en nosotros.

Por eso, como sucede en una familia, en la que podés entristecer a tu papá, a tus hermanos, también  podés entristecer al Espíritu Santo de Dios. Vos podés estar en conflicto, pero Él nunca te dejará.

 

No dejés pasar el momento oportuno.

 

Tenés que distinguir el momento oportuno de Dios para tu vida y capturarlo. No dejar pasar ese tren, pasar ese misil, pasar ese avión…usá la figura que quieras… porque Dios tiene intenciones con tu vida y familia y lo que te parecía que no ibas a resolver, cuando le abrís la puerta y le permitís entrar entonces recibirás incluso las respuestas que estás necesitando.

Pastor Hugo Herrera

 

¿Dios puede resolver nuestros problemas en un instante? La respuesta es sí. Pero no siempre lo hace. Él es el dueño de los tiempos y procede de acuerdo con Sus propósitos para nuestra vida. Sabe lo que realmente necesitamos.

 

Hay ejemplos bíblicos de personas que han sido sanadas en un instante.

¿Recordás la historia de la mujer con flujo de sangre? Dice el texto

 

Pero una mujer que padecía de flujo de sangre desde hacía doce años, y que había gastado en médicos todo cuanto tenía, y por ninguno había podido ser curada, se le acercó por detrás y tocó el borde de su manto; y al instante se detuvo el flujo de su sangre.

Lucas 8: 43 y 44 RVR60

(Énfasis del autor)

 

Y también  existen testimonios actuales de gente que fue liberada de años  de adicción en un instante solamente por escuchar la predicación del evangelio mientras estaba tirada en una plaza.

Sin embargo, en otros casos, hubo un proceso y para que el milagro sucediera requirió la participación de la persona necesitada

 

Al pasar Jesús, vio a un hombre ciego de nacimiento. Y le preguntaron sus discípulos, diciendo: Rabí, ¿quién pecó, este o sus padres, para que haya nacido ciego? Respondió Jesús: No es que pecó este, ni sus padres, sino para que las obras de Dios se manifiesten en él. Me es necesario hacer las obras del que me envió, entre tanto que el día dura; la noche viene, cuando nadie puede trabajar. Entre tanto que estoy en el mundo, luz soy del mundo.  Dicho esto, escupió en tierra, e hizo lodo con la saliva, y untó con el lodo los ojos del ciego, y le dijo: Ve a lavarte en el estanque de Siloé (que traducido es, Enviado). Fue entonces, y se lavó, y regresó viendo.

San Juan 9:1-7 RVR60

(Énfasis del autor)

 

Esta historia es un poco desconcertante. El hombre era ciego de nacimiento y ni siquiera le pidió a Jesús que lo sanara. El Señor lo vio, se acercó, le untó los ojos con barro y le dio una orden que el ciego obedeció al instante. Cuando regresó, estaba sano. Por primera vez en su vida podía ver. El deseo de Jesús es que las obras de Dios se manifiesten en nosotros.

 

Otro caso, su amigo Lázaro estaba enfermo, sin embargo Él decidió quedarse dos días más en donde estaba… llegó tarde y sus hermanas le reclamaron que ya había muerto… no obstante la demora fue excusa para un milagro mayor. La resurrección de su amigo y la declaración pública de que Cristo era la resurrección y la vida.

 

Nadie conoce la mente del Señor. Ni podemos encasillar su manera de obrar de acuerdo con nuestros criterios, tampoco obligarlo a actuar de inmediato.

Hay problemas, enfermedades o heridas que se han producido en nuestra vida de relación con otros y, en esos casos, requieren que demos varios pasos: Creer que Cristo puede cambiar toda situación, asumir responsabilidades, pedir perdón o perdonar, cambiar hábitos dañinos… Todo eso es parte de un proceso.

Cristo no lo interrumpe, aunque pueda hacerlo, porque desea nuestra participación en lo que Él está dispuesto a hacer.

 

Vos y yo no podemos producir los milagros, ni adelantar los tiempos. Ni siquiera es bueno saltar atapas. Nuestra mentalidad mágica muchas veces es un gran obstáculo para los milagros que podríamos experimentar.

Lo que sí podemos hacer es ponernos del lado de Jesús y colaborar, ser sensibles y obedientes a su voz, y, por último, darle la libertad para que obre como y cuando quiera.

 

 

Mónica Lemos