Cuando alguno de ustedes ore, hágalo a solas. Vaya a su cuarto, cierre la puerta y hable allí en secreto con Dios, su Padre, pues él da lo que se le pide en secreto.
Mateo 6: 6 TLA
¿Cómo definirías la experiencia de ir a la presencia de Dios y disfrutar la intimidad con el Creador? ¿Cuál es tu “rutina” o forma de vivir esa intimidad?
Los judíos devotos tenían momentos especiales durante el día para la oración. A las 9 a. m., 12 p. m. y 3 p. m. obligatoriamente, en cualquier lugar donde estuvieran debían orar. Se consideraba que el orar en la sinagoga tenía otro efecto, y esta costumbre estaba internalizada en la primera iglesia y seguramente en los discípulos. Pero Jesús puso el énfasis en la comunión íntima antes que en las costumbres o ritos. Sus tiempos de oración, según los evangelios, lo ubican a solas, apartado, en un tiempo y lugar elegido intencionalmente.
Jesús tramitaba con su Padre los milagros y su manifiesto poder, por eso me imagino largas charlas definiendo y acordando qué milagros haría, a quién, de qué manera…
Jesús les dijo: «Les aseguro que yo, el Hijo de Dios, no puedo hacer nada por mi propia cuenta. Sólo hago lo que veo que hace Dios, mi Padre.
Juan 5: 19 TLA
(Énfasis del autor)
Y cada minuto en la intimidad entre el Padre y el Hijo era invertido en sus discípulos y las multitudes. El fruto de la intimidad que se provoca y disfruta con Papá siempre se extiende hacia los demás en amor, bendición y misericordia.
Una relación de intimidad, amistad personal, y crecimiento es sustento en la comunidad, potencia de manera innegable la oración y la adoración comunitaria, absolutamente necesaria al habilitar la obra del Espíritu en el cuerpo de Cristo.
Jesús se alejaba para orar y pasaba tiempo disfrutando su amistad con el Padre, y sus discípulos veían diariamente cómo se nutrían de esa relación. Él vino a renovar, ampliar, y dar un sentido personal en la intimidad de Su Presencia. No desestimó la religión judía, pero transformó la rutina para enseñar el fluir en la amistad con Dios.
Cada momento de intimidad provoca procesos de santidad y desarrollo ministerial, porque Dios toma tiempo con sus hijos. La actitud que tengas hoy con Dios puede sanar tu pasado, sostener tu presente y prepararte para el mañana.
Apartar tiempo con Dios y tu intimidad me bendice a mí y bendice a la iglesia.
Ruth O. Herrera