¿Jesús no es demasiado?

Pero como los judíos no tienen trato con los samaritanos, la mujer le respondió: —¿Cómo es que tú, siendo judío, me pides agua a mí, que soy samaritana?

Juan 4: 9 DHH

 

Jesús no hizo caso de estas normas sociales y se acercó, entabló relación y acompañó a quienes en su sociedad eran discriminados por alguna razón. Rompió barreras, prejuicios y leyes exageradas por mostrar su amor a quien se le acercaba.

Claramente un ejemplo de su no discriminación en su ministerio lo encontramos en el evangelio de Juan, cuando Jesús se encontró con una mujer samaritana en el pozo de Jacob. Ya sabemos que judíos y samaritanos no se relacionaban y se despreciaban, pero Jesús, además, habló con una mujer de bajo concepto social.

Hombres y mujeres no tenían los mismos derechos ni las mismas oportunidades. Una mujer judía no podía hablar con un hombre que no fuera su esposo o su pariente, y mucho menos con un hombre samaritano, y el Señor rompió con la discriminación al valorar a una mujer samaritana como digna de hablar de quién era Él.

 

Realmente Jesús era un provocador al romper con la discriminación.

Me imagino a más uno una persona pensando… Jesús, ¿no es demasiado?

 

Mientras caminaba, Jesús vio a un hombre llamado Mateo sentado en su cabina de cobrador de impuestos. «Sígueme y sé mi discípulo», le dijo Jesús. Entonces Mateo se levantó y lo siguió. Más tarde, Mateo invitó a Jesús y a sus discípulos a una cena en su casa, junto con muchos cobradores de impuestos y otros pecadores de mala fama. Cuando los fariseos vieron esto, preguntaron a los discípulos: «¿Por qué su maestro come con semejante escoria?».

Mateo 9: 9-11 NTV

(Énfasis del autor)

 

Y qué decir de su elección del despreciado Mateo, quien era marginado al punto de no ser digno de ser llamado judío por traidor. Él era un recaudador de impuestos al servicio del imperio romano, una profesión odiada y despreciada por sus compatriotas judíos, que lo consideraban basura.

Sin embargo, Jesús lo vio con otros ojos y lo llamó a seguirlo, sin importarle lo que pensaran los demás. También aceptó comer en su casa con otros recaudadores y pecadores. Realmente … Jesús, ¿no es demasiado?

 

Así se escandalizaron los fariseos, que se creían superiores y justos y Jesús les respondió: “Vine a buscar a los discriminados, a los injustos y a los pecadores.”

 

La actitud de Jesús nos muestra de manera superlativa que no hace acepción de personas, que ama a todos por igual y que quiere que todos se salven.

 

Hoy sabemos y aceptamos que Jesús no discrimina a nadie por su origen, su condición social, su género o su religión. ¿Pero nosotros haríamos lo que Él hizo?

No respondas ligeramente… En nuestra sociedad, en nuestro entorno ¿hay personas que no invitarías a tu casa?

 

Jesús nos enseña a ser amigos de los marginados, de los excluidos, de los que sufren discriminación y violencia. Él nos invita a compartir su mesa y su mensaje con ellos, y a mostrarles su amor y su compasión.

Te propongo que hoy le pidamos al Señor: Dame un corazón empático y sensible a las necesidades de los que socialmente son discriminados. Que pueda ser un instrumento de tu paz y de tu justicia con quienes me rodean.

Ruth O. Herrera