Mi casa es tu casa

Sobre todo, ámense mucho unos a otros, porque el amor borra los pecados.  Reciban en su casa a los demás, y no hablen mal de ellos, sino hagan que se sientan bienvenidos.

1°Pedro 4: 8-9 TLA

(Énfasis del autor)

 

Ser hospedador es parte del plan.

No es tan fácil acondicionar la casa o cambiar la rutina para hospedar a quien lo necesite.

 

Al escribir sobre esto recuerdo que hace ya varios años, recibimos en nuestra casa a una misionera extranjera. Ella era muy amable, cordial y amorosa. Había perdido su hospedaje, trabajamos juntas en el ministerio y no pude “mirar para otro lado”. Así que en reunión familar acordamos recibirla unos meses, hasta que encontrara su propio lugar. Cambiamos los muebles de lugar y logramos que tuviera su propio dormitorio y espacio para todas sus pertenencias.

Su cultura era radicalmente diferente. El desayuno, la organización de las compras, el uso del baño, la ropa para lavar… nada coincidía entre una familia muy argentina y una mujer de edad promedio canadiense. Los meses fueron un poco más de un año, y de todas las formas posibles Dios trabajó con los 4 argentinos y ella, para hacer de la casa un buen lugar para vivir.

Finalmente ella volvió a su país, pero antes nos enseñó a celebrar el día de Gracias, con todas las comidas y detalles típicos, mis hijos hablaban un poco más de inglés, mi esposo hizo una nueva hermana y sin lugar a dudas aprendimos el sentido de “ser hospedadores”.

 

La Biblia no le pone tiempo ni forma al mandato de ser hospedadores, y hay muchas formas de serlo. La más importante es tener una actitud hospedadora. Eso cambia en mucho la manera de relacionarnos en la vida diaria. Y en la congregación desarrollar una actitud hospedadora es un acto de evangelismo rotundo. Recibir, saludar, indicar los espacios del edificio, la sonrisa y el interés por el otro, así es una iglesia hospedadora.

 

El apóstol Pedro seguramente fue muchas veces hospedado junto a Jesús  y después a lo largo de su ministerio, por eso me llama la atención su pedido de no criticar a quienes se hospeda. Ser un hospedador/a amable,  sin hacer comentarios acerca de la convivencia y la experiencia  en lo cotidiano.

¡Qué desafortunado es que aquella persona que te cobijó, te critique por dejar la toalla tirada, no lavar los platos, usar el wifi o irte sin dejar “una atención”!

La Biblia enseña sobre el hábito de hospedar de muchas maneras:

 

-Contribuyendo para las necesidades de los santos, practicando la hospitalidad.

Romanos 12:13

 

-¿No es para que partas tu pan con el hambriento, y recibas en casa a los pobres sin hogar; para que cuando veas al desnudo lo cubras, y no te escondas de tu semejante?

Isaías 58:7

 

-No os olvidéis de mostrar hospitalidad, porque por ella algunos, sin saberlo, hospedaron ángeles.

Hebreos 13:2

 

Es verdad que Jesús fue muchas veces hospedado y recibido en diferentes casas y eso fue de suma importancia para su ministerio. Estoy segura que la casa de Lázaro no fue la misma después de hospedarlo, y eso sucede cuando abrimos los brazos y nos disponemos a dar de lo que tenemos a todos.

En lo personal, familiar y como iglesia, somos llamados, provocados y mandados a hospedar siempre.

Ser parte de la iglesia es sostener la hermandad, mantener amistades sólidas, crear vínculos sanos y trabajar unidos por el evangelio. Esto es lo que Jesús hizo con sus discípulos más cercanos y muchos otros que lo seguían.  En cada oportunidad que tenía de entrar a una casa y compartir la comida, con su actitud instruía a todos con quienes estaba.  Es parte de la herencia que dejó a su iglesia, amemos como amó Él.

 

Ruth O. Herrera