No eches leña al fuego

Sin leña se apaga el fuego;    y donde no hay chismoso, cesa la contienda.

Proverbios 26:20 NVI 

Aquellos que somos cristianos desde hace tiempo sabemos que el chisme es pecado. Sin embargo, en la práctica quizás no le damos la importancia que tiene. Cada uno tiene su propia categoría de lo que considera grandes pecados, por lo tanto hay otros que le parecen tan insignificantes que ni los registra como tales. La Biblia, sin embargo, no comparte nuestras apreciaciones personales. En la carta a los Romanos Pablo describía a gente que cometía todo tipo de acciones reprobables, y en esa lista incluye a los chismosos.

Esta gente se mantiene haciendo toda clase de injusticia, corrupción, codicia y maldad. Viven llenos de envidia, asesinatos, peleas y fraudes. Siempre están pensando mal de los demás. Son unos chismosos.

Romanos 1:29 (PDT)
(Énfasis del autor)

Esto no significa que Dios esté sentado en el trono, lista en mano para escribir con tinta roja el nombre y apellido de quien chismea. Esa nunca fue ni será Su idea. No obstante, nuestros errores, desaciertos o equivocaciones (si la palabra pecado te suena demasiado fuerte) traen consecuencias para nuestras vidas y también para las de los demás.

No importa de qué se trate. Muchas veces, ni siquiera tiene la intención de dañar, simplemente no puede callarse. Se comporta como si no tuviera vida propia y necesitara saber todo de la vida de los demás y luego contarlo, claro. Ahora bien, podrás pensar que hay chismes inocentes y otros no. Sin embargo, el que divulga lo intrascendente, en algún momento corre el riesgo de regar información que puede generar pleitos y dañar relaciones. …donde no hay chismoso, cesa la contienda.

La persona chismosa no puede guardar una confidencia, un secreto, o alguna dificultad o tendencia con la que otro está luchando. Ni bien se entera de algo, corre en busca de un oído atento que reciba la noticia. Es cuando el que habla de más y quien está dispuesto a escuchar son parte del chisme… que generalmente destruye a alguien. El chismoso siempre necesita de un oído dispuesto.

Por lo tanto, si decidimos no prestarle atención, el chisme se desvanece.

Seguramente ninguno de nosotros quiere conscientemente entrar en esta trampa, pero a veces el que lucha con esta tendencia te cuenta con todo detalle un problema íntimo de otro, solo para que ores. En ese caso, podés preguntarle si ha orado primero con esa persona. O si lo autorizó a que comente su problema.

El que anda en chismes descubre el secreto; No te entremetas, pues, con el suelto de lengua.

Proverbios 20:19 (RV60)

El Espíritu Santo nos ha regalado un nuevo tiempo. Cuidemos nuestras palabras y cuidemos a nuestros hermanos.

 

Mónica Lemos