No mirando atrás

“Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús”.

Filipenses 3: 13-14 RV1960

(Énfasis del autor)

 

Ya pasamos más de la mitad del 2023 y seguimos avanzando en la búsqueda de la plenitud y manifestación de la presencia de Cristo en lo personal y comunitariamente, por eso te proponemos que esta semana nos unamos día a día en oración y búsqueda del Señor, para que a pesar de las dificultades, esfuerzo, tiempo comprimido, este sea un tiempo de alcanzar metas y cumplir los sueños de Dios. 

 

En las últimas semanas el Señor nos desafió a extender nuestras estacas, a seguir desafiándonos unos a otros porque cada día Dios quiere darnos algo nuevo.

Pensando en esto recordé la historia de Lot y su familia…

 

Y como Lot no se apuraba, los ángeles lo agarraron de la mano, y también a su esposa y a sus hijas, y los sacaron de la ciudad. Los pusieron a salvo porque Dios les tuvo compasión.  Tan pronto como los sacaron, uno de los ángeles dijo: —¡Si quieren salvarse, corran! ¡No miren hacia atrás, ni se detengan en el valle! ¡Huyan a las montañas, y pónganse a salvo! De lo contrario, ¡serán destruidos!

Génesis 19: 16-17 TLA

(Énfasis del autor)

 

La historia se desarrolla un un momento de total crisis y la familia tenía que tomar una decisión trascendental, pero la esposa de Lot no pudo consigo  misma y con el tremendo desafío de dejar atrás lo que debía dejar atrás.

 

Entonces la mujer de Lot miró atrás, a espaldas de él, y se volvió estatua de sal.

Génesis 19: 24-26 RV1960

 

Mirar hacia atrás, volver al pasado, no siempre nos sirve, no podemos negar lo que pasó, pero tampoco quedarnos atados a las vivencias antiguas. Escuché decir no hace mucho, “el pasado no existe…”, y al reflexionar sobre el  tema recordé a la mujer de Lot, alguien que no pudo dejar atrás su ciudad, su casa, lo que le era común, y mirar solo adelante.

¿Quién puede juzgar a esta mujer? ¿Quién no se inquietaría por ver cómo ardía su comunidad? Salir huyendo hacia lo que no conocía y cambiar por completo su vida.

El factor determinante, en este caso, era “la obediencia” por eso su desobediencia también afectó de manera permanente a su familia.

 

Para poder cumplir con lo que Dios nos pide debemos, casi siempre, dejar algo atrás, y siempre algo diferente se presentará frente a nosotros.

La vida cambia, cada día sigue su curso, y con el paso del tiempo nada queda igual. Las preguntas que deberías hacerte son las siguientes: ¿estás dejando atrás el pasado y recibiendo lo nuevo que Dios te quiere dar? ¿Podés identificar los cambios que el Señor quiere darte?

 

El pastor Gabriel, hace algunos días, nos habló del desierto que el pueblo hebreo no se animó a dejar atrás. Habían sido esclavos por cuatrocientos treinta años y su condición no quedó en Egipto.

En la  transición que tuvo de ser un pueblo esclavo a poder liberarse sobrenaturalmente por el poder de Dios y de maneras milagrosas no pudo “dejar atrás” lo único que conocía para recibir lo maravilloso y nuevo que Dios les tenía preparado.

Llegaron al límite para entrar a esa tierra y se quedaron en el borde porque empezaron a ver todo según la mirada natural, según la mirada humana y creyeron en los que dijeron: “no vamos a poder”. Seguían viviendo como esclavos y mendigos a pesar de todos los milagros que ya habían visto.

 

Como iglesia deseamos conocer lo nuevo que Dios tiene para darnos… extender las estacas. ¿Te sentís parte? ¿Deseás algo nuevo de Dios?

No importa el mes del año… todos los días puede haber algo nuevo, una Palabra renovada, una oración contestada, una comunión más profunda… Una iglesia que extiende sus estacas.

Ruth O.Herrera