Soy una creación maravillosa, y por eso te doy gracias. Todo lo que haces es maravilloso, ¡de eso estoy bien seguro!
Salmo 139:14 TLA
(Énfasis el autor)
El Señor renueva su visión y su obra en nosotros. Fuimos diseñados perfectamente aptos para las obras que Dios nos prepara para vivir cada día. Nuestro futuro es desconocido desde lo natural, pero sabemos que sea cual sea nuestro porvenir somos capaces de enfrentarlo y vivirlo.
Jesús es un nuestro ejemplo también en esto, Él vivió situaciones cotidianas, transitó relaciones buenas y no tan buenas, fue expuesto a vivencias extremas, y en su humanidad enfrentó cada día. La asistencia del Espíritu y la convicción de hacer la perfecta voluntad del Padre lo sostuvo y completó. Su ejemplo nos muestra que somos una obra perfecta en manos de Papá.
Lamentablemente nos sucede que, muchas veces, lo que ya vivimos nos condiciona, limita o trae dudas. Pero como expresó el apóstol Pablo, lo importante es: “extendernos hacia la meta”. No está mal recordar el pasado y que la experiencia nos enriquezca, pero anclarnos a nuestros fracasos o nuestros aciertos, no nos permite desarrollar nuestro presente.
Mirar al pasado queriendo imitarlo nos provoca frustración y temor de repetir los mismos errores, o nos detiene saboreando y anhelando las riquezas del pasado.
No es verdad que todo tiempo pasado fue mejor…
Desear lo que ya pasó o arrepentirnos constantemente por haber hecho o no algo, no nos deja con facilidad “proseguir para alcanzar aquello para lo cual también fuimos alcanzados por Cristo Jesús”. Condiciona la obra del Espíritu y anula los deseos de Dios para nosotros.
Expresar temor al presente, a los desafíos y expectativas por la obra renovada de Dios y no darnos la oportunidad de desear recibir lo nuevo, frustra los sueños de Papá.
Somos personas llamadas a una misma vocación, hombres y mujeres con un destino, equipados para persistir en la visión que nos ha dado el Señor. Preparados para resistir la distracción, que es un enemigo terrible de nuestras vidas, porque somos buenas personas, pero nos distraemos fácilmente. Estamos diseñados para permanecer en la visión de que el día que comenzó la obra fue nada más que el principio.
Por eso tu futuro debe ser más fuerte que tu pasado, aun de tu pasado de gloria.
No te compares con los demás ni te bases en tus propias habilidades o logros porque todo puede cambiar de día en día. En lugar de eso, declará que hasta el fin de tus días sos una creación admirable, una obra de arte creada por Dios. Viví tu vida con confianza y seguridad en el amor y la aceptación de Dios.
Ruth O. Herrera
