Personas diferentes

Al llegar, Jesús se encontró con que ya hacía cuatro días que Lázaro había sido sepultado. Betania se hallaba cerca de Jerusalén, a unos tres kilómetros; y muchos de los judíos habían ido a visitar a Marta y a María, para consolarlas por la muerte de su hermano Cuando Marta supo que Jesús estaba llegando, salió a recibirlo; pero María se quedó en la casa.  Marta le dijo a Jesús: —Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto. Pero yo sé que aun ahora Dios te dará todo lo que le pidas.Jesús le contestó: —Tu hermano volverá a vivir.Marta le dijo: —Sí, ya sé que volverá a vivir cuando los muertos resuciten, en el día último.Jesús le dijo entonces: —Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá; y todo el que todavía está vivo y cree en mí, no morirá jamás. ¿Crees esto? Ella le dijo: —Sí, Señor, yo creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo.Después de decir esto, Marta fue a llamar a su hermana María, y le dijo en secreto: —El Maestro está aquí y te llama. Tan pronto como lo oyó, María se levantó y fue a ver a Jesús. Jesús no había entrado todavía en el pueblo; estaba en el lugar donde Marta se había encontrado con él.

San Juan 11: 17-30 (DHH)

(Énfasis del autor)

Este texto me llama mucho la atención. Me desconcierta. Juan escribe la historia de la muerte de Lázaro y nos cuenta que las chicas mandaron a llamar a Jesús cuando todavía su hermano estaba enfermo y que el Señor decide quedarse donde estaba. Él había declarado que la gloria de Dios iba a manifestarse y, por lo tanto, no es extraño que no se apurara. Sabía bien lo que hacía. Lo que, como te dije antes, me desconcierta y me parece extraño es la reacción de María.

Las dos querían que el Señor fuera a sanar a Lázaro. Sin embargo, cuando Jesús está cerca, la que sale a recibirlo y habla con Él es Marta.

¿Sería más impulsiva? No sé… tal vez. Sin duda era una mujer de acción. María aparentemente era más serena… se quedaba a sus pies, quieta, lo escuchaba. Aunque no siempre. Si no ¿cómo interpretamos el hecho de que la serena María interrumpa una cena, como veíamos ayer, rompa un frasco de perfume en los pies del Maestro y se tire al suelo para secarlos con su cabello?

Las personas somos complejas, los impulsivos a veces no lo son tanto y los tranquilos a veces nos sorprenden con sus acciones directas. Pero Papá no hace diferencia entre las personas. No somos más o menos espirituales por ser impulsivos, de acción o más quietos.

Las dos amaban a su hermano y también al Maestro. Lázaro ya estaba muerto, aun así Marta sale a recibirlo cuando ni siquiera había entrado en el pueblo. María, en cambio, se queda en casa. ¿Por qué no va al encuentro del Cristo? Espera a ser llamada…

Cuando alguien pierde a un ser querido, generalmente pierde también la dimensión del tiempo… las horas parecen detenidas. El dolor absorbe toda la atención.

¿María no registraba otra cosa que el dolor de la pérdida? …Lloró lo que tenía que llorar. Estuvo plenamente presente en el momento del duelo y esperó a que Él la llamara para ir a su encuentro.

Al Señor lo conmueve nuestro llanto. Él no nos reprime, no se siente incómodo con la expresión de nuestros sentimientos. ¿Por qué? Tal vez porque después de haber derramado todo su dolor recién ahí recobró la conciencia de Quién era el que la llamaba, que había llegado en respuesta a su pedido de auxilio. Y ahí sí salió en su busca.

Hay aspectos de nuestro Señor que no conocemos hasta que no vivimos algo que sacuda nuestras creencias dadas por sentado. Hay niveles al que Él nos puede llevar cuando somos capaces de alivianar nuestro peso interior para poder atrevernos a razonar, pensar y sentir de manera diferente. De hecho, después de que María llegó al Señor presenció el milagro de que su hermano volviera a la vida.

Mónica Lemos