Pregunta incorrecta

Entonces se le acercó la madre de los hijos de Zebedeo con sus hijos, postrándose ante él y pidiéndole algo. Él le dijo: ¿Qué quieres? Ella le dijo: Ordena que en tu reino se sienten estos dos hijos míos, el uno a tu derecha, y el otro a tu izquierda. Entonces Jesús respondiendo, dijo: No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber del vaso que yo he de beber, y ser bautizados con el bautismo con que yo soy bautizado? Y ellos le dijeron: Podemos. Él les dijo: A la verdad, de mi vaso beberéis, y con el bautismo con que yo soy bautizado, seréis bautizados; pero el sentaros a mi derecha y a mi izquierda, no es mío darlo, sino a aquellos para quienes está preparado por mi Padre. Cuando los diez oyeron esto, se enojaron contra los dos hermanos.

Mateo 20: 20-24

Todos los discípulos habían sido llamados por Jesús con un mismo propósito, y no era que fueran hombres destacados y famosos, sino más bien elegidos para ser servidores del prójimo. Algo no estaba claro, evidentemente para los hijos de Zebedeo y su mamá. Jesús no pretendía que sus amigos fueran personas sin ambiciones o planes, pero era necesario que sus proyectos fueran los correctos. Evidentemente estos hermanos seguían pensando en términos de recompensa y valoración personal. Es más, el pedido involucraba a Jesús en una situación en la que el Señor mismo debía desviar su misión y ser un juez de “grandezas”.

Jesús había trabajado mucho con sus discípulos, y estos dos hermanos eran muy estimados por Él. Pero acá hay una gran diferenciación de Jesús como líder, porque Él sabía diversificar claramente la voluntad del Padre y la voluntad de los hombres. Nosotros tenemos que tomar estas dos premisas, saber identificar la voluntad de nuestro Padre y nuestra propia voluntad, y no como estos dos hermanos que pidieron de manera incorrecta.

La madre de los hijos de Zebedeo se acercó a Jesús en complicidad con sus hijos y le dijo: “Jesús, mirá, ellos son tan buenitos que siempre te acompañan en todos lados, los hacés dormir en las rocas, no les das una buena almohada, comen a veces y son perseguidos pero sin embargo ellos te son fieles, así que yo te pido que por favor cuando estés en la presencia de tu Padre les concedas este deseo: que uno esté a la derecha y otro a la izquierda”.

La petición evidentemente era incorrecta y fueron dos discípulos de Jesucristo quienes  pidieron mal y de manera inadecuada. Imagínense nosotros que somos aspirantes de discípulos de Jesús, cuántas veces cometemos errores al pedir y no pedir lo que conviene. Pero, sin embargo, el relato sigue y dice que había dos ciegos que recibieron la vista.

Tomado del sermón del 22 de marzo, 2015

El último miércoles leímos este pasaje y cómo el pedido de aquellos ciegos sí movió la voluntad de Jesús en favor de ellos.

Ellos le dijeron: Señor, que sean abiertos nuestros ojos. Entonces Jesús, compadecido, les tocó los ojos, y en seguida recibieron la vista; y le siguieron.

Mateo 20: 33-34

La motivación y el pedido de los ciegos movilizó a Jesús y él mismo les preguntó cuál era el pedido que tenían. Solo un momento antes Jacobo y Juan habían mostrado su inmadurez y deseos equivocados. La sucesión en el pedido de estos cuatro hombres es tan significativa como antagónica. Dos pidiendo privilegios inmerecidos y dos rogando por una enfermedad que los anulaba y discriminaba. Cada uno de ellos pensó que tenía el derecho de pedir según la visión que tenía de sí mismo. Dos influidos por una tercera persona y los otros dos que no dejaron que nadie les hiciera cambiar de opinión.

Las preguntas para que hoy reflexiones son:

¿Quién influye más en tu vida espiritual? ¿Cuáles son las voces que te condicionan para relacionarte con Jesús? ¿Cómo evaluás que tus pedidos al Señor sean los correctos? ¿Cuáles son tus mayores aspiraciones en la iglesia?

Es tiempo de comenzar a esperar aquellas cosas que creemos que son trascendentes.