Preparativos

Jacob siguió su camino, y le salieron al encuentro ángeles de Dios. Y dijo Jacob cuando los vio: Campamento de Dios es este; y llamó el nombre de aquel lugar Mahanaim.Y envió Jacob mensajeros delante de sí a Esaú su hermano, a la tierra de Seir, campo de Edom. Y les mandó diciendo: Así diréis a mi señor Esaú: Así dice tu siervo Jacob: Con Labán he morado, y me he detenido hasta ahora; y tengo vacas, asnos, ovejas, y siervos y siervas; y envío a decirlo a mi señor, para hallar gracia en tus ojos. Y los mensajeros volvieron a Jacob, diciendo: Vinimos a tu hermano Esaú, y él también viene a recibirte, y cuatrocientos hombres con él. Entonces Jacob tuvo gran temor, y se angustió; y distribuyó el pueblo que tenía consigo, y las ovejas y las vacas y los camellos, en dos campamentos. Y dijo: Si viene Esaú contra un campamento y lo ataca, el otro campamento escapará. 

Génesis 32: 1-8 (RVR60)

Luego de pasar veinte años al servicio de su tío y experimentar todo tipo de injusticias llegó el momento en que la situación con él se hizo insostenible, Los hijos de Labán lo acusaban de ladrón y el mismo Labán lo miraba de mala manera. Era tiempo de partir. Dios le dijo a Jacob que regresara a su casa, entonces emprendió la marcha, reunió a sus mujeres y se fue a escondidas de su suegro.

Nuevamente tenía que escapar. En un momento su suegro lo persigue y lo alcanza, discuten y Jacob se enoja. En unas pocas frases le enrostra todo lo que había acumulado durante tanto tiempo.

Los veinte años que viví en tu casa los pasé en las peores condiciones: ahogándome de calor en el día, y muriéndome de frío en la noche, ¡y hasta el sueño se me iba! Catorce años trabajé para ti por tus dos hijas, y seis años por tus rebaños, ¡y más de una vez me rebajaste el sueldo! ¡Qué bueno que el Dios de mi abuelo Abraham me brindó su ayuda! El Dios de mi padre Isaac fue bueno conmigo, pues me vio cansado y afligido, y anoche te reprendió. Si Dios no lo hubiera hecho, tú me habrías despedido sin nada.

Génesis 31:40-42 (TLA)

¡Todavía tenía que resolver los asuntos pendientes con su hermano mayor! Un largo camino le esperaba. Como hombre astuto que era utilizó algunas estrategias, pero cuando se enteró de que Esaú venía a recibirlo con cuatrocientos hombres inmediatamente activó “la fe de emergencias” y oró a Dios.

 Y Jacob hizo esta oración: «Dios mío, tú eres el Dios de mi abuelo Abraham y de mi padre Isaac. Tú me ordenaste regresar a mi tierra, con mis parientes, y me prometiste tu ayuda. Siempre me tratas con mucha bondad, aunque no lo merezco, pues soy yo quien debe servirte. Cuando crucé el río Jordán, sólo tenía un palo para defenderme, pero ahora tengo gente y ganado para formar dos grupos. Tú me prometiste que me iría bien, y que mis descendientes llegarían a ser como la arena del mar, que no se puede contar. ¡Líbrame ahora de mi hermano Esaú! Tengo miedo de que venga y nos ataque a todos».

 Génesis 32: 9-12 (TLA)

La motivación tal vez no era la correcta, solo quería zafar del peligro, pero esta vez sí se enfocó en Dios y pidió ayuda al único que podía dársela.

Jacob se parece mucho a cualquiera de nosotros, cuántas veces subsistimos por mucho tiempo basados en nuestras propias fuerzas, capacidades o recursos y recurrimos a Papá solo cuando “las papas queman”.

Lo importante, lo que el Señor toma es lo que le damos, así como somos, así como estamos. Obviamente su deseo no es que lo utilicemos como servicio de emergencias, Él quiere tener una relación de amor e intimidad con cada uno de sus hijos, pero siempre nos permite decidir. Y en cuanto damos el primer paso, aunque sea por necesidad, Él responde con compasión y nos defiende.

Si sabés que tenés que prepararte para enfrentar una situación difícil y además sos plenamente consciente de que tu relación con Papá no es constantemente fluida, no dejes que ese pensamiento te impida correr a Él en busca de ayuda. En algún momento hay que empezar de nuevo y Dios sigue esperándote para restaurar lo que se ha quebrado.

Mónica Lemos