Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel.
Isaías 7:14 RVR1960
(Énfasis del autor)
Es un tiempo festivo por el nacimiento de Jesús, y es tan bueno recordar que ningún otro nacimiento de la humanidad cambió la historia de manera permanente.
La promesa de “Emanuel” (Dios con nosotros), se dio en un momento crítico de la historia de Israel. El rey Acaz enfrentaba una grave amenaza por parte de sus enemigos, y en su temor, buscaba alianzas humanas en lugar de confiar en Dios. En medio de esta crisis, Dios envió a Isaías con un mensaje que iba más allá de las circunstancias inmediatas: “Dios mismo estaría con su pueblo”.
El nombre «Emanuel» no es solo un título, sino una declaración de la intención de Dios. Él no se limita a observarnos desde lejos; en Jesús, decidió habitar entre nosotros, vivir nuestras experiencias humanas y mostrarnos su amor de manera tangible.
En el Evangelio de Mateo, el nombre «Emmanuel» se aplica a Jesús, quien es el Mesías prometido. El ángel del Señor le dice a José:
«Lo que ella ha concebido es del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y lo llamarás Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados»
Mateo 1:20-21
Luego, Mateo cita la profecía de Isaías y dice:
«Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que el Señor había dicho por medio del profeta: ‘La virgen concebirá y dará a luz un hijo, y lo llamarán Emmanuel, que significa «Dios con nosotros»‘
Mateo 1:22-23
El anuncio del profeta Isaías confirmaba el renuevo y la esperanza para un pueblo sin futuro, muy amado por el Padre. Pero no era solo una promesa para el pueblo de Israel, sino una declaración de esperanza para toda la humanidad. Con la venida de Jesús, Dios no solo cumpliría su plan de salvación, sino que también nos invitaría a ser parte de un nuevo pueblo, unido por la fe y el amor.
Su venida fue planeada para formar un nuevo pueblo… al que vos y yo pertencemos, parte del pueblo escogido y de una nueva era de gracia.
En aquel pesebre comenzó el proceso de una nueva identidad para toda la humanidad y obviamente para nosotros. Una vida con propósito, un legado de Gracia. Una noche que cambió nuestro futuro y nuestro pasado.
Te propongo, al escuchar la siguiente canción, apartar un tiempo para dar gracias por pertenecer al pueblo de la promesa. Recordar, agradecer y celebrar al Cristo vivo, a quien es “La promesa cumplida”
Ruth O. Herrera