Pero recibirán poder cuando el Espíritu Santo descienda sobre ustedes; y serán mis testigos, y le hablarán a la gente acerca de mí en todas partes…
Hechos 1: 8a NTV
La promesa de Jesús a sus discípulos trascendió los siglos y aún hoy se sigue cumpliendo en cada seguidor e hijo de Dios… Recibir.
¿Cuál sería la razón para que no abrieras un gran regalo? ¿Por desconfianza? ¿Por orgullo? ¿Por no quedar comprometido con quien te lo da?
Parecen preguntas casi sin sentido, pero así vivimos muchas veces las promesas de Dios, nos resistimos a sus bendiciones porque no vienen en el envoltorio que esperábamos o porque no son las respuestas que no queríamos.
Jesús te prometió… “vas a recibir poder sobrenatural y después tenés que bendecir a otros”, una promesa con demanda.
¡Cuántas cosas nos ha mostrado el Señor hasta hoy! Vimos sanidades, recibimos revelaciones y manifestaciones de Dios que nos hablaron de que verdaderamente Él está aquí y está presente.
Pero hay otras cosas que no hemos vivido y que el Espíritu de Dios va a provocar y a cumplir en tu vida y en la iglesia.
Cuando aprendés a aceptar sus promesas, comenzás a afirmarte en la expectativa de una vida más y más plena. Comenzás a disfrutar obras diferentes, y no depende del tiempo o la experiencia en la iglesia o la preparación intelectual.
No es por más sabiduría, no se trata de teología o comprender misterios, es El Espíritu Santo “en y a través de nosotros” que cambia vidas, destruye tinieblas, sana enfermos, y declara salvación.
Entonces dijo a sus discípulos: «El que acepta el mensaje de ustedes me acepta también a mí. El que los rechaza a ustedes a mí me rechaza. Y el que me rechaza a mí rechaza a Dios, quien me envió».
Cuando los setenta y dos discípulos regresaron, le informaron llenos de alegría: — ¡Señor, hasta los demonios nos obedecen cuando usamos tu nombre!
»El que los escucha a ustedes, me escucha a mí; y el que los rechaza a ustedes, me rechaza a mí; y el que me rechaza a mí, rechaza al que me envió.»
Los setenta y dos regresaron muy contentos, diciendo: —¡Señor, hasta los demonios nos obedecen en tu nombre!
Lucas 10: 16-17 DHH
El martes mencionamos este pasaje e imaginamos la escena. Estos setenta y dos hombres no eran expertos, no eran maestros, ni siquiera vivían la cercanía que los apóstoles tenían con Jesús. Sencillamente eran hombres que creyeron, se arriesgaron, y obedecieron. Todavía la “promesa del Espíritu” no se había cumplido, pero ya había sobre la tierra un ejército de gente de fe que era vehículo de salvación y sanidades… personas sobrenaturales porque el Padre los asistía.
Esto es lo que te tiene que pasar. No depende de ser experto en las cosas espirituales, más bien de creer como un niño, ser sencillo y estar dispuesto a los cambios.
Si es así, te invito a cerrar los devocionales de esta semana con una oración: “Señor, yo quiero ser lleno de tu Espíritu, quiero más, no me conformo con lo que tengo, quiero conocerte más y sé que no se trata de mí, se trata de Vos. Acá estoy esperando tu obrar”.
Hugo y Ruth Herrera
