Cierto día de descanso, mientras Jesús enseñaba en la sinagoga, vio a una mujer que estaba lisiada a causa de un espíritu maligno. Había estado encorvada durante dieciocho años y no podía ponerse derecha. Cuando Jesús la vio, la llamó y le dijo: «Apreciada mujer, ¡estás sanada de tu enfermedad!». Luego la tocó y, al instante, ella pudo enderezarse. ¡Cómo alabó ella a Dios!
San Lucas 13:10-13 (NTV)
(Énfasis del autor)
No sé si alguno está familiarizado con el concepto de puesta en valor. Es la obra que se realiza para preservar patrimonio histórico o cultural, pone de relieve el valor de las cosas.
En los últimos diez años comenzó a ponerse en valor la estación Constitución. Primero se renovó la fachada y aunque durante mucho tiempo hubo andamios y un montón de gente trabajando, las puertas de acceso a la estación estaban habilitadas. Pero cuando comenzaron a trabajar en el hall central cerraron el acceso del lado derecho y eso me complicaba porque tenía que caminar dos cuadras para ingresar por otro lado.
Ahora están trabajando para arreglar el techo que tiene goteras. Colocaron andamios y dejaron libre un pasillito muy estrecho, esto también causa problemas porque cuando uno quiere salir del tren es muy incómodo y retrasa la salida.
¿Adónde voy con esto? ¿La estación Constitución tenía valor antes de que a alguien se le ocurra empezar a limpiar la fachada? Sí. Era valiosa, importantísima. Estamos en el “mientras tanto” de esta obra y, más allá de la incomodidad y lo que todavía no funciona bien, la estación Constitución no cambió su propósito, sigue siendo un lugar de encuentro, un lugar de llegada y de salida. El lugar más importante de acceso desde el conurbano bonaerense de zona sur hacia Capital Federal.
Ahora, podemos comparar a esa gente que está trabajando con el Espíritu Santo que está trabajando en tu corazón, en el centro de tu vida. No lo ves porque está colgado a siete metros de altura trabajando. El Señor está poniendo en valor tu vida porque Él ya te consideraba valioso antes y sabe que, en Sus manos, también vas a ser valioso para las generaciones futuras.
Pastor Cristian Centeno
El texto de la mujer encorvada ilustra perfectamente este trabajo de poner en valor lo que se deterioró con el tiempo.
La mujer de esta historia estaba encorvada desde hacía dieciocho años. Todo su mundo se reducía a lo que podía ver desde esa incómoda y rígida posición. Tal vez en el pueblo se habían acostumbrado a verla y hasta pasara inadvertida. Era una más de aquellos que tenían algún tipo de discapacidad. Posiblemente ni siquiera soñaba con estar erguida de nuevo alguna vez, ya que ni siquiera le pidió al Señor que la sanara.
Jesús la vio e inmediatamente interrumpió su enseñanza en la sinagoga para llamarla y devolverle su salud y su valor. Me encanta cómo traduce esta versión las palabras del Señor «Apreciada mujer, ¡estás sanada de tu enfermedad!». ¿Quién podía apreciarla en esas condiciones? Probablemente era hasta invisible ante los ojos de los demás. Sin embargo, Cristo puso su mirada en ella, la registró inmediatamente entre el gentío que se agolpaba, le restituyó su dignidad públicamente y a continuación la sanó… Luego la tocó y, al instante, ella pudo enderezarse.
¡Qué paisaje diferente se presentaba ahora ante los ojos de esta anónima! A partir de ese momento podía enfrentar la vida erguida, mirar al frente y a los costados, realizar sus tareas de siempre, pero con otra perspectiva. Un controvertido Maestro la había distinguido entre todos los presentes, interrumpiendo su mensaje para poner en valor su vida. ¡Qué emocionante! ¿No te hubiera gustado estar presente? El poder celestial en acción para cambiar una vida en un instante…La luz del Señor destrozando la obra de las tinieblas con una mirada amorosa y palabras de amor. Sin embargo, la distancia que separa al que vive “encorvado” de aquel acostumbrado a caminar derecho a veces es muy grande, tanto que “los normales” aquellos que estaban acostumbrados a escuchar mensajes e iban a la sinagoga todos los sábados reaccionaron mal.
En cambio, el líder a cargo de la sinagoga se indignó de que Jesús la sanara en un día de descanso. «Hay seis días en la semana para trabajar—dijo a la multitud—. Vengan esos días para ser sanados, no el día de descanso».Así que el Señor respondió: «¡Hipócritas! Cada uno de ustedes trabaja el día de descanso. ¿Acaso no desatan su buey o su burro y lo sacan del establo el día de descanso y lo llevan a tomar agua? Esta apreciada mujer, una hija de Abraham, estuvo esclavizada por Satanás durante dieciocho años. ¿No es justo que sea liberada, aun en el día de descanso?».
San Lucas 13:14-16 (NTV)
Es llamativo que el texto no menciona en ningún lugar que la mujer pidiera ser sanada… el líder reaccionó indignado por lo que él consideraba una interrupción molesta. Era día de reposo y estaba absolutamente prohibido hacer cualquier tipo de tareas. Había días y horarios establecidos para los que necesitaban salud.
Si lo trasladamos a este tiempo sería algo así como pedirle a alguien que se enferma que solicite turno y vaya al médico dentro de tres meses. Y recibió una dura respuesta de Jesús. El Señor les dice “hipócritas” y les muestra con un ejemplo sencillo que cualquiera de ellos atendía las necesidades de sus animales de carga, aun en días de reposo. Y a continuación pone las cosas en su verdadera perspectiva. La mujer encorvada era nada menos que una hija de Abraham, el padre de la fe.
En un instante y por pura iniciativa suya, Cristo “puso en valor” restauró a su imagen original la vida de alguien destinada a la indiferencia y a la discriminación social.
La Palabra tiene textos como este para recordarnos que realmente el único que no hace diferencias entre las personas y que incluye a todos en su incondicional e inabarcable amor es nuestro amado Cristo.
Si te sentís rechazado, discriminado, o desde hace tiempo estás viviendo situaciones que te “encorvan” volvé a leer esta historia y luego corré a los brazos de Papá, aunque ni siquiera tengas fuerzas para pedirle nada o creas que tu fe se está extinguiendo Él te mira, te registra y te valora.
Mónica Lemos
