¿Qué pienso?

Y no vivan ya como vive todo el mundo. Al contrario, cambien de manera de ser y de pensar. Así podrán saber qué es lo que Dios quiere, es decir, todo lo que es bueno, agradable y perfecto.

Romanos 12: 2 TLA

Creo que cuando el apóstol Pablo escribió esto no pudo imaginar la velocidad de los cambios de nuestro siglo. Los cambios que mis padres vivieron en las décadas del 30 al 60 fueron vertiginosos… pero desde los 70 hasta hoy realmente es muy difícil de cuantificar. Esto quiere decir que en muchos aspectos de nuestra vida no llegamos a vivir al ritmo de los cambios.

Pero agradezco a Dios que hay cosas que no deben cambiar en su fundamento, aún cuando la sociedad intenta dar nuevos parámetros. El apóstol, guiado por el Espíritu Santo nos aconseja… no corran, deténganse, lo esencial no tiene que cambiar según la rutina humana. 

Por eso, hermanos míos, ya que Dios es tan bueno con ustedes, les ruego que dediquen toda su vida a servirle y a hacer todo lo que a él le agrada. Así es como se le debe adorar. Y no vivan ya como vive todo el mundo.

Romanos 12: 1-2 TLA

Los cambios internos deberían tener otro tiempo y no ser dictados por la vorágine actual. La renovación fundamental de la que habla el apóstol a los romanos está relacionada con nuestra vida en Cristo.

Mi relación con Dios debe ser fluida constante y renovada cada día en lo nuevo que Dios derrama sobre sus hijos. Lo que exteriorizamos es lo visible de la renovación que Dios produce en nuestra mente. Esto implica deshacerse de los patrones de pensamiento de una sociedad que cambia buscándose a sí misma y permitir que la verdad de Dios transforme nuestra perspectiva.

Cuando permitimos que la Palabra de Dios nos moldee nuestros pensamientos se alinean a los de Cristo… solo así podemos discernir Su voluntad y vivir de acuerdo con ella.

«Tengan en ustedes la misma actitud que tuvo Cristo Jesús.»

Filipenses 2:5 NVI

Jesús vivió en medio de diferentes culturas, etnias, costumbres y ritos y eso lo ayudó a enseñarles a sus discípulos a vivir en medio de la violencia, desigualdad, opresión y desarrollar un carácter renovado al cambiar sus formas de pensamientos.

La manera de pensar de Jesús fue revolucionaria, incómoda, contraria. Sus enseñanzas fueron el modelo supremo de cómo debemos pensar para vivir como seguidores suyos. Sus discípulos y seguidores debían adoptar sus pensamientos y actitudes para ser renovados de adentro hacia afuera.

Significa que debemos ser conscientes de lo que permitimos que ocupe nuestra mente y estar dispuestos a desechar cualquier pensamiento que se oponga a la verdad de Dios. Al hacerlo, fortalecemos nuestra relación con Él y nos alineamos más plenamente con Su voluntad. 

Esta semana me hice una pregunta: ¿realmente todo lo que pienso es mío propio? ¿Cuáles son mis propios pensamientos y cuáles son los pensamientos ajenos a los que soy vulnerable? ¿A qué o a quiénes se someten mi manera de pensar?

Te propongo hacer una lista de aquellas cosas que pensaste más cantidad de veces las

últimas 24 horas, seguramente serán a partir de lo que más te preocupa, más te alegra, o más planeás. De esos pensamientos ¿qué es lo que más se ajusta a la mente de Cristo?

Ruth O. Herrera