¿Quién tiene la razón?

Pilato le respondió: ¿Soy yo acaso judío? Tu nación, y los principales sacerdotes, te han entregado a mí. ¿Qué has hecho? Respondió Jesús: Mi reino no es de este mundo; si mi reino fuera de este mundo, mis servidores pelearían para que yo no fuera entregado a los judíos; pero mí reino no es de aquí. Le dijo entonces Pilato: ¿Luego, eres tú rey? Respondió Jesús: Tú dices que yo soy rey. Yo para esto he nacido, y para esto he venido al mundo, para dar testimonio a la verdad. Todo aquel que es de la verdad, oye mi voz. Le dijo Pilato: ¿Qué es la verdad?

Y cuando hubo dicho esto, salió otra vez a los judíos, y les dijo: Yo no hallo en él ningún delito.

Juan 18: 35-38 RVC (Énfasis del autor)

No había ninguna posibilidad de que el juicio al que sometían a Jesús fuera justo porque estaba provocado solo para que el veredicto fuera en su contra. A cada pregunta de Pilato, Jesús deja que él mismo se responda.

Escuchamos muchos sermones, leemos muchos libros, vemos videos, preparamos estudios bíblicos, somos, podría decirse, experimentados en el ministerio… pero ¿cuáles son los resultados reales en tu vida diaria? ¿Cómo reaccionás ante alguien que opina diferente? ¿Cómo sos realmente con tu esposa/o, tus hijos, padres y hermanos? ¿Con cuánta facilidad perdés la calma?

A veces somos tan apasionados y vehementes que no nos damos ni siquiera la posibilidad de escuchar lo que otros dicen, no nos damos la oportunidad de reflexionar por un momento, aunque sea para seguir pensando lo mismo.

¿Tu verdad lo justifica todo? ¿“Tu verdad” y “opinión” a veces son más fuertes o valiosas aun que la otra persona?

Pilato no recibió una respuesta de Jesús. Su silencio gritaba su verdadera causa.

Escuché decir a un reconocido médico de Argentina, quien era duramente criticado por sus convicciones cristianas, la siguiente frase: “las opiniones matan a la razón”.

Estamos en tiempos de rivalidades, enfrentamientos y desacuerdos que encontramos en la calle, las redes sociales o simplemente al esperar un turno. En cada lugar en donde hay más de una persona se comenta, discute, polemiza y cada persona quiere y “necesita dar su opinión”. Pero, ¿quién tiene la razón?

¡Todos tenemos la razón…!

Como cristianos tenemos el compromiso de bendecir a los demás más allá de polémicas y desacuerdos, nuestra responsabilidad es orar y gemir para que nuestra Nación se ajuste y encamine hacia la voluntad soberana de Dios, y nada ni nadie puede garantizar un bienestar completo y automático.

Acompañar en silencio, cuando no tenemos respuesta y somos prudentes, Dios nos usa especialmente. Tu opinión, tus conocimientos, la experiencia, tu vida misma es muy valiosa… y esa es tu propia verdad. Y la misma condición le corresponde a la opinión de los otros, que creen tener “la razón”. No seas de los que no pueden recibir una opinión o un consejo. No juzgues las situaciones de antemano como Pilato. No es “lavarse las manos” el no imponer una razón.

Seamos astutos y mansos…

Para nuestro Señor, las personas siguen siendo mucho más valiosas que la más valiosa de las opiniones.

Ruth O. Herrera