Recordar

Bendice, alma mía, a Jehová,    y bendiga todo mi ser su santo nombre. Bendice, alma mía, a Jehová, y no olvides ninguno de sus beneficios. Él es quien perdona todas tus iniquidades, El que sana todas tus dolencias;  El que rescata del hoyo tu vida, El que te corona de favores y misericordias; El que sacia de bien tu boca, de modo que te rejuvenezcas como el águila.

Salmo 103:1-5 RVR60
(Énfasis del autor)

Podríamos decir que recordar es una actividad mental que trae hechos del pasado al presente. No siempre se trata de algo agradable. Hay palabras, personas, situaciones e historias de las que nos gustaría no acordarnos. Los momentos en que hemos sido heridos suelen grabarse con más fuerza en nosotros y pueden llegar a ocupar más lugar del que deberían. Nos quitan espacio interior para hacer memoria de las cosas buenas, los momentos placenteros o las personas que han sembrado bondad en nuestras vidas.

Seguramente has escuchado la historia del optimista, el pesimista y el vaso con agua: uno se enfoca en ver el recipiente medio lleno y el otro, lo ve medio vacío. ¿Cuestión de perspectiva? Puede ser, pero no siempre.

A veces la vida te sacude y sentís (como decía nuestro pastor cuando presentó la visión el año pasado) que hay cosas que te fueron quitadas y necesitás restauración para poder visualizar el diseño de Dios para vos. Él nos animaba a entrar en un proceso de cambio y a estar comprometidos con ese proceso.

Se trata de ver la realidad tal cual es, pero al mismo tiempo retomar la iniciativa de traer al presente la obra que el Señor ya hizo en nosotros. Dar la orden a nuestro ser para no olvidar ninguno de los favores de Dios que ya hemos recibido.

Hay huellas divinas esparcidas a lo largo de todo el camino que hemos recorrido hasta hoy y estas nos han cambiado.

Si mirás diez o cinco años hacia atrás ¿qué hechos del Señor cambiaron tu vida y definieron otro rumbo? ¿Podés recordarlos? 

En el caso del dulce cantor de Israel, él describe cinco beneficios específicos que marcaron su propia historia. Vos y yo podemos mencionar otros, recordar distintas promesas que fueron realidad para nosotros y volverán a serlo ya que Papá sigue siendo el mismo y ha determinado bendecirnos.

En situaciones de crisis o en tiempos en los que sentís que estás estancado ¿cuál será tu diálogo interno? ¿Cómo alimentarás tu esperanza?

Dios quiere sembrar en vos perspectivas espirituales que te mantengan firme y te permitan crecer a pesar de toda circunstancia que quiera desanimarte. Aferrate a Su palabra y recordá las bondades del Señor.

…nunca olvidaré algo que siempre me dará esperanza. El fiel amor del SEÑOR nunca termina; su compasión no tiene fin, cada mañana se renuevan. ¡Inmensa es su fidelidad! Me digo: «El SEÑOR es todo lo que tengo y necesito»; por eso siempre tendré esperanza en él.

Lamentaciones 3: 21-24 (PDT)

 

Mónica Lemos