Todos los que viven en obediencia al Espíritu de Dios, son hijos de Dios. Porque el Espíritu que Dios les ha dado no los esclaviza ni les hace tener miedo. Por el contrario, el Espíritu nos convierte en hijos de Dios y nos permite llamar a Dios: «¡Papá!» El Espíritu de Dios se une a nuestro espíritu, y nos asegura que somos hijos de Dios. Y como somos sus hijos, tenemos derecho a todo lo bueno que él ha preparado para nosotros. Todo eso lo compartiremos con Cristo. Y si de alguna manera sufrimos como él sufrió, seguramente también compartiremos con él la honra que recibirá.
Romanos 8: 14-17 TLA
(Énfasis del autor)
A veces está todo revuelto pero la paz que sobrepasa todo entendimiento puede realmente guardar tus frustraciones, pensamientos negativos, emociones conflictivas y dejarte sellar con Su paz. Seguramente ya lo experimentaste, aunque no siempre es constante porque depende de una dependencia que nos suele costar. Por eso vos y yo necesitamos una y otra vez recordar que la promesa de Dios es que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con lo que viene.
Hay muchas formas de muerte, muchas maneras de vivir a medias, pero hay resurrección… Sí, cada vez que nos sentimos moribundos podemos resucitar.
Vi muchos cristianos quedarse enredados en los malos momentos, las decepciones, la tristeza, situaciones o personas que bloquean esa paz única que Jesús nos da, y se por experiencia propia que no siempre es instantánea. Es una paz progresiva, trabajada, aceptada, en la que tenemos que rendirnos y decir… hasta acá llegué.
La iglesia está compuesta por personas nacidas una vez, nacidas 2 veces, nacidas 3 veces, nacidas 10 veces. A veces nos caemos pero nos levantamos, otras vamos como pobres… y aún así enriqueciendo a muchos, es una maravilla y una paradoja.
Considero que los sufrimientos del tiempo presente no son nada si los comparamos con la gloria que habremos de ver después.
Romanos 8:18 DHH
Atrévete a esperar el milagro, atrévete a declarar que las cosas que son pueden ser diferentes y que las cosas que deben ser serán en el nombre de Jesús.
A pesar del dolor, la soledad, la tristeza, las pérdidas… cuidá la Presencia de Cristo, Su persona, su misma vida en vos. Esto es “andar en el Espíritu”, “caminar con Él todo el tiempo”, “ir de Gloria en Gloria”, “vivir lo sobrenatural envuelto en lo natural”.
Este es el tiempo para animarte a descubrir que hay algo más: una, otra y otra experiencia vivificadora en la amistad con el Santo Espíritu que quiere revelarnos las obras del Padre y el Señorío de Cristo, pero tenés que desear, decidir y comprometerte a hacer Su voluntad.
Si no hay Rey no hay Reino, si Jesús no manifiesta su Presencia en tu vida cotidiana no hay sanidades, ni libertad, ni salvación, ni restauración… como nuestro Señor dice: Separados de Él nada podemos hacer.
De igual manera, el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad. Porque no sabemos orar como es debido, pero el Espíritu mismo ruega a Dios por nosotros, con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe qué es lo que el Espíritu quiere decir, porque el Espíritu ruega, conforme a la voluntad de Dios, por los del pueblo santo.
Romanos 8: 26-27 DHH
Establecé el Reino en adoración y todo lo demás será añadido, las manifestaciones, los dones…, y el Espíritu una y otra vez completará Su carácter en vos. Y no te quedes solo, sola, hay hermanos, amigos que pueden transitar con vos y acompañarte en oración.
Pastores Ruth y Hugo Herrera