Con mi voz clamé a Dios, a Dios clamé, y él me escuchó. Busqué al Señor cuando me vi angustiado; por las noches, sin cesar, a él levanté mis manos; pues mi alma rehusaba ser consolada. Me acordé de Dios, y me sentí conmovido; al quejarme, mi ánimo decaía. Dios no me dejaba pegar los ojos; tan quebrantado estaba yo, que no podía hablar. Pensaba yo en los días de antaño, en los años de tiempos pasados. Me acordaba de mis cánticos nocturnos, y en mi corazón meditaba, y mi espíritu inquiría: «¿Nos abandonará el Señor para siempre? ¿Acaso no volverá a tratarnos con bondad? ¿Se habrá agotado para siempre su misericordia? ¿Habrá puesto fin para siempre a su promesa? ¿Se habrá olvidado Dios de tener misericordia? ¿Habrá, en su enojo, puesto un límite a su piedad?» También me dije: «Debo estar enfermo. ¿Cómo puedo pensar que la diestra del Altísimo ha cambiado? Es mejor que haga memoria de las obras del Señor.» Sí, haré memoria de tus maravillas de antaño; meditaré en todas tus obras, y proclamaré todos tus hechos. Santo es, oh Dios, tu camino; ¿qué otro dios es tan grande como tú, Dios nuestro? Tú eres el Dios que hace maravillas; has manifestado entre los pueblos tu poder.
Salmo 77: 1-14 RVC
(Énfasis del autor)
¿Cuáles son tus temas de conversación habituales? ¿Cuáles son tus charlas internas? Esos pensamientos que dan vueltas en tu cabeza.
A veces nuestros pensamientos van y vienen una y otra vez, les damos vueltas a temas que nos preocupan. En este último tiempo, parece que el tema predominante en general es el Covid19, de eso hablamos, nos informamos y escuchamos todo el día. Ya sea que estemos como espectadores encerrados en nuestra casa para no contagiarnos, o cumpliendo obligaciones y trabajando en distintas áreas.
Por eso el Señor nos quiere recordar “Su conversación”, Él quiere que escuchemos lo que está hablando y de lo que quiere que hablemos.
Pastor Gabriel Nonini
En psicología el proceso de repetir continuamente pensamientos tristes o estresantes se llama «rumiar». El hábito de rumiar puede ser peligroso para tu salud mental, ya que puede intensificar la depresión, generar ansiedad y afectar tu capacidad para pensar y procesar emociones. ¿Por qué lo hacemos? Por varios motivos, puede ser porque creemos que de esa forma solucionaremos un problema; por estar obsesionados con alguna situación dolorosa o pérdida, o por vivir durante un tiempo prolongado demasiadas situaciones estresantes que escapan a nuestro control.
Estos diálogos internos, aun cuando puedan tener un sustento por nuestra realidad, nos llevan a pensar negativamente atormentándonos por el pasado o preocupandonos excesivamente por el futuro, suman tensión innecesaria y desgastan nuestra energía mental y emocional.
Una de las estrategias más útiles cuyos beneficios se han descubierto científicamente en estas últimas décadas es la meditación. Antes de que pienses que te estoy proponiendo una disciplina que contradice tu fe, te recuerdo que meditar significa: Pensar atenta y detenidamente sobre algo (DLE-RAE).
El salmo 77 describe con detalle este proceso de “rumiar”. El autor atravesaba un tiempo de sufrimiento intenso, de oración, insomnio y de preguntas sin respuesta. El recordar tiempos mejores y permanecer centrado en sí mismo no lo hacía sentir mejor, hasta que en un momento vuelve en sí y recupera su capacidad para “enfocar su meditación en la dirección correcta”.
El salmista se redirecciona a pensar “en Dios y de Dios” según lo que había experimentado y conocía de Él. Su espíritu se dirige ahora hacia la fuente de salud, y a pensar en el pasado pero para recordar las obras poderosas, las maravillas, los hechos del Señor; la revelación de Su persona en santidad y grandeza.
Si estás en una etapa rumiante, el Señor quiere inspirarte a través de las decisiones que tomó el salmista en distintas oportunidades:
Meditaré en todas tus proezas; evocaré tus obras poderosas.
Salmo 77:12 NVI
(Énfasis del autor)
Dulce será mi meditación en él; Yo me regocijaré en Jehová.
Salmo 104:34 RVR60
(Énfasis del autor)
Podemos estar seguros de que en tiempos de inquietud Su promesa prevalecerá. Es muy bueno que pongamos en práctica este ejercicio de no estacionarnos solo en los pensamientos negativos, y darle lugar a todo lo que Dios quiere inspirarnos.
¡Tú guardarás en perfecta paz a todos los que confían en ti, a todos los que concentran en ti sus pensamientos!
Isaías 26:3 NTV
(Énfasis del autor)
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