Seguirlo de cerca

Y les dijo: —El Hijo del hombre tendrá que sufrir mucho, y será rechazado por los ancianos, por los jefes de los sacerdotes y por los maestros de la ley. Lo van a matar, pero al tercer día resucitará.

Después les dijo a todos: —Si alguno quiere ser discípulo mío, olvídese de sí mismo, cargue con su cruz cada día y sígame. 

Lucas 9: 22-23 DHH

¡Qué demanda! Primero Jesús le habla de su muerte, padecimientos y resurrección: algo inentendible para sus amigos. Y después sigue invitando a la multitud a seguirlo… pero con condiciones.

Encontrar realmente a Jesús significa seguir Sus pasos… dejando los caminos propios. Requiere entrega y disposición a obedecer Su voluntad, incluso cuando va en contra de nuestros deseos o de las expectativas del mundo. La vida en Cristo no es lineal, tiene altos y bajos, como en la vida familiar, laboral, social… la vida no es estática, aun cuando nos detenemos.

Los evangelios relatan los cambios que quienes decidieron seguirlo tuvieron que experimentar. Mateo no solo cambió radicalmente, seguramente ese giro lo expuso aun más frente al pueblo que antes defraudaba. Pedro y los otros pescadores cambiaron sus rutinas de estar en medio del agua en la embarcación por los pies sudorientos de caminar kilómetros y kilómetros en la tierra.

Simón el Zelote era de un grupo judío que buscaba la independencia de Judea del Imperio romano a través de la lucha armada. María Magdalena y Juana, esposa de un funcionario romano: cada seguidor, cada seguidora ponía sus propios criterio y rutinas en segundo lugar por cumplir el llamado del Maestro.

Seguir a Jesús es dar respuesta una respuesta radical a un llamado que transforma todos los aspectos de la vida diaria. Es renunciar a nosotros mismos, caminar en obediencia, vivir en amor, depender de Su gracia y esperanza, y reflejar Su luz en un mundo oscuro haciéndolo visible en nuestra rutina y responsabilidades. Requiere fe, porque muchas veces no entendemos completamente Sus planes o el camino que nos llama a recorrer.

Pero Jesús les habló de inmediato: —No tengan miedo—dijo—. ¡Tengan ánimo! ¡Yo estoy aquí!

Entonces Pedro lo llamó: —Señor, si realmente eres tú, ordéname que vaya hacia ti caminando sobre el agua. —Sí, ven—dijo Jesús. Entonces Pedro se bajó por el costado de la barca y caminó sobre el agua hacia Jesús, pero cuando vio el fuerte viento y las olas, se aterrorizó y comenzó a hundirse. —¡Sálvame, Señor! —gritó.

Mateo 14:27-30 NTV
(Énfasis del autor)

Como Pedro, muchas veces deseamos y pedimos cumplir la voluntad de Jesús, pero nuestra realidad nos condiciona y, aun así, nuestro Señor respalda nuestra vida y nos da una y otra oportunidad de seguirlo de cerca.

Para seguir a Jesús tenemos que depender totalmente de Él y no desviar nuestra mirada ni perder nuestra meta. Es un camino que no siempre es fácil, pero que nos lleva a experimentar la plenitud, la paz y la alegría que solo Él puede dar.

Ruth O. Herrera