De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.
2° Corintios 5: 17 RV
(Énfasis del autor)
Esta semana meditamos en la maravillosa mirada de Dios, su plan, su perfecto diseño de hombre y mujeres a Su imagen. La posibilidad de ser nuevas criaturas, cambiadas y perfeccionadas en Su Espíritu.
Y en cada reflexión hay una demanda que Dios nos hace como su pueblo, un compromiso que a la vez desate esperanza.
A veces nos cuesta persistir en los planes, proyectos o sueños que Dios nos ha dado, pero Dios sigue confiando, esperando que día a día completemos el plan que trazó para sus hijos: la manifestación de su obra redentora a través nuestro.
Así que, todos nosotros, a quienes nos ha sido quitado el velo, podemos ver y reflejar la gloria del Señor. El Señor, quien es el Espíritu, nos hace más y más parecidos a él a medida que somos transformados a su gloriosa imagen.
Jesús vino a anticipar nuestra misión de hacer discípulos, personas hechas nuevas. Nos confió lo más importante: la reconciliación de hombres y mujeres con Dios. El Señor nos dio y confió una vida diferente para que reflejemos su imagen. Nos completó con Su Espíritu para que seamos milagros provocando milagros. Personas renovadas y convocadas para creer que toda persona puede ser imagen de Cristo.
Si antes conocíamos a Cristo según la carne y los criterios del mundo, ahora lo conocemos por su Espíritu y percibimos algo diferente, y no hay otra alternativa que experimentar una nueva vida en Dios.
Más vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable
1° Pedro 2: 9 RV
(Énfasis del autor)
La obra que Dios comenzó la quiere perfeccionar, tiene que seguir trabajando y no quiere hacerlo solo, aunque puede hacerlo todo sin ningún tipo de ayuda, se propuso trabajar con vos y conmigo. Papá quiere hacer equipo, eso también es un milagro.
Ruth O. Herrera