No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.
Romanos 12: 2 RVR1960
Siempre que venimos a la casa del Señor venimos a recibir una palabra que nos aliente, que nos anime, generalmente venimos a recibir los beneficios de la adoración pero muy pocas veces, lo digo por mí mismo, entregamos en sacrificio todo aquello que estorba Su plan maravilloso. Es difícil entender cuál es esa voluntad agradable y perfecta si en realidad no conozco lo que Cristo significa o representa para mí.
Pastor Milton Cariaga
El texto de no conformarnos al sistema actual es súper conocido y predicado, sin embargo por alguna razón que no logramos terminar de dilucidar, la transformación tarda en llegar o en dejarse ver. Hace unos días escuchaba una charla entre dos personas en televisión y un análisis certero, crudo, pero muy real de un conocido humorista me dejó pensando… Él dijo: “En épocas pasadas el énfasis estaba en el ser; luego estuvo en el tener y actualmente estamos enfocados en el parecer”, y dio varios ejemplos de publicaciones de personas famosas en redes sociales, salpicadas de un humor inteligente y un poco sarcástico, pero que desnudaban el desfile de apariencias reinante.
La manera actual de habitar e interpretar el mundo es a través del parecer, por eso la imagen predomina en todos los ámbitos, retocada, recortada, pulida, aumentada… lo importante es lo que se ve. Lo que no se ve no existe… en este contexto ¿Cuál sería la forma cristiana de transformarlo? A continuación transcribo un fragmento de un texto cuyo autor es un conocido pastor y conferencista que nos invita a la reflexión y también a la acción:
“Y nosotros ¿Qué ofrecemos? ¿Cuál es nuestra propuesta? No es una religión, ni siquiera una serie de “principios espirituales”. Tampoco una mera “relación” que tan de moda está […] Se trata de lo que Jesús trajo: una cosmovisión, el Reino de Dios. Una nueva manera de pensar y de sentir; de relacionarnos con Dios y con los demás… un proyecto que engloba toda una vida, lo que somos y seremos, no solo nosotros, sino todos los seres humanos de la tierra. Una identidad que depende de lo que Dios ve en nosotros: hijos amados.
Somos llamados a traer y continuar con su propuesta en todos los ámbitos de la vida.
Henri, con diecinueve años, junto a un grupo de amigos, inspirado en la vida de Jesús fundó “La asociación del jueves” básicamente era un grupo de jóvenes que se reunían para leer la Biblia, ayudar a los pobres y visitar gente en prisión… la compasión de Jesús era inspiradora para Henri y marcaba todas las decisiones que tomaba y las propuestas para el mundo que quería bendecir. Unos años más tarde fundó la YMCA (Asociación cristiana de jóvenes) y tres años después, en París, ayudó a redactar los estatutos de la organización a nivel internacional. Pero no contento con esto continuó con la cosmovisión de Su Maestro y siguió generando iniciativas para ayudar a los desfavorecidos… se propuso crear una organización neutral para proporcionar cuidados a los soldados heridos, fueran del bando que fueran. Movió todos los hilos y contactos que había hecho en su vida, Escribió un libro inspirador que regaló a los líderes de toda Europa que creían que podían llevarlo a cabo. La primera reunión de dicho proyecto fue en febrero de 1863. Lo llamaron Comité Internacional de la Cruz Roja. Un año después fue el impulsor de la famosa Convención de Ginebra, cuyos convenios protegen a las víctimas de los conflictos armados y en 1901 fue galardonado con el primer premio Nobel de la Paz. Henri Dunant fue fiel a lo que leía en la Biblia con sus amigos los jueves y esa cosmovisión hecha obra continúa afectando el mundo hasta hoy” (Artesano de Alex Sampedro, capítulo II)
Debemos permitir que Cristo transforme nuestra manera de pensar y de vivir, paso a paso y día a día. El texto nos pide que no nos conformemos, otras versiones dicen que no nos amoldemos, no entremos en el molde ¿Cuál? Por supuesto en el molde del sistema, pero hay otro molde un poco más sutil del que muchas veces no somos totalmente conscientes, el molde eclesiástico. Sin querer a menudo se infiltran modas religiosas que provienen de la cultura secular o evangélica que incluso afectan nuestra forma de acercarnos a las Escrituras y a Jesús mismo.
Nuestro Señor es franco, sincero, directo, te invita a seguirlo y a obedecerlo, pero te da la libertad de elegir. La cultura, en cambio, te obliga, te presiona, constantemente te invade con sus mensajes para que creyéndote libre obedezcas a la moda, a los criterios de éxito, a las ideologías del momento.
Hoy tomá un momento para pensar y luego pedile al Espíritu Santo que te muestre qué tipo de relación tenés con el Señor y luego disponé un tiempo para reconocer cuáles son los criterios que te guían para tomar decisiones diarias.
Mónica Lemos
