Simón Pedro, servidor y apóstol de Jesucristo, a los que, en virtud de la fuerza salvadora de nuestro Dios y Salvador Jesucristo, les ha sido otorgada, lo mismo que a nosotros, una fe de tan alto valor.
2° Pedro 1. 1 (BLPH)
(Énfasis del autor)
Generalmente, cuando hablamos de la fe solemos enfatizar la cantidad. Pensamos y evaluamos si tenemos poca o mucha. De hecho, Jesús varias veces les dijo a los suyos: “hombres de poca fe”. De modo que todos, de alguna manera podemos sentirnos incluidos en esa frase.
Ahora bien, la vida de fe se desarrolla cada día. Es un proceso que suele tener altibajos. Varios aspectos influyen en nosotros como por ejemplo las personas que nos rodean, las circunstancias que atravesamos, nuestros estados de ánimo… te digo más, incluso las experiencias anteriores donde hemos sido defraudados por otros tienen mucho peso en nuestra confianza ¿viste que hay personas que son muy desconfiadas y otras que, por el contrario, confían fácilmente?
Nuestra historia personal afecta el modo en que nos acercamos a Dios. Por eso el autor de la carta a los Hebreos nos recuerda
Jesús, el Hijo de Dios, es nuestro gran Sumo sacerdote que ha entrado en el cielo. Por eso debemos seguir firmes en la fe que profesamos. Pues nuestro Sumo sacerdote puede compadecerse de nuestra debilidad, porque él también estuvo sometido a las mismas pruebas que nosotros; sólo que él jamás pecó. Acerquémonos, pues, con confianza al trono de nuestro Dios amoroso, para que él tenga misericordia de nosotros y en su bondad nos ayude en la hora de necesidad.
Hebreos 4:14-16 (DHH)
Énfasis del autor
Queda claro que se nos anima a acercarnos al trono, sea cual fuere nuestra experiencia de vida, porque Jesús que se identificó plenamente con nuestras debilidades y vivió las mismas dificultades, jamás pecó. Y Él ahora vive en nosotros. Solo esto nos permite acercarnos a Dios con confianza para pedirle ayuda cuando la necesitemos.
Y Pedro, quien fue unos de los más cercanos discípulos del Señor durante su ministerio aquí en la tierra, agrega un detalle más: su segunda carta comienza con un saludo para los destinatarios de su tiempo, pero en el que también estamos incluidos. El detalle que te mencioné antes, y que puede pasar inadvertido, es que la fe que nos ha sido dada es valiosa. Otras versiones traducen preciosa.
A los creyentes, Cristo les ha otorgado una fe de muy alto valor. En esta carta se menciona esta cualidad de la fe desde el principio. ¿Por qué? Entre otras razones, porque en ese tiempo se habían introducido en la iglesia falsos profetas que conducían a los fieles a caer en el error y, que además, vivían de manera inmoral. Cualquier semejanza con la realidad actual que podamos observar en internet, no es pura coincidencia.
Estamos en un tiempo muy similar al que vivieron los destinatarios de la segunda carta de Pedro. Hay súper abundancia de propuestas. Y sin mala intención, casi sin darnos cuenta, podemos ver y escuchar enseñanzas que se contraponen con la doctrina que nos ha sido dada por Jesús. Hay oleadas de modas eclesiásticas que enfatizan desmedidamente un aspecto de la vida cristiana, fuera del contexto de la totalidad del mensaje bíblico. Cuando esas propuestas se hacen populares, nuestra fe se ve afectada.
Cuidá tu fe, la que Cristo te dio. Ya sea que pienses que tenés poca o mucha. No olvides que es preciosa, de muy alto valor. No te apoyes en promesas ilusorias, ni en enseñanzas con una total falta de fundamento bíblico… Centrate en la Palabra y, si tenés dudas, pedí ayuda a los líderes de tu propia comunidad.
Mónica Lemos
