Volvé a nacer

No te sorprendas si te digo que hay que nacer de nuevo.

Juan 3. 7 TLA 

No soy una persona atlética: la verdad, nunca me levanto con ganas de salir a correr, y mi idea de diversión dista bastante de sudar y realizar esfuerzo físico. Pero cuando el cuerpo empezó a cambiar y, sobre todo, a doler, tuve que hacer las paces con el deporte y olvidar las excusas: en la semana estoy obligada a hacer alguna actividad; aunque sea, por salud.

Por eso, los que me conocen se ríen cuando muestro mis hazañas deportivas en la gimnasia artística: un diploma en el que consta que asistí por seis meses (¿o serán tres?) y dos medallas, una por un segundo puesto en una categoría infantil y otra, por haber vendido todas las rifas del club que me habían asignado en menos de dos días.

¿Ustedes me tomarían en serio si les dijera que me estoy preparando para las próximas Olimpíadas y que busco superar a Simone Biles, que acumula 41 medallas entre Juegos Olímpicos y campeonatos mundiales? No, claro que no. Y yo tampoco, siendo sincera.

Bueno, así me siento a veces con la palabra “propósito”, con lo que Dios nos promete en Su Palabra, con lo que líderes y pastores nos dicen que podemos ser y hacer en Cristo. “A veces nos parece que la gracia es para los demás, pero es para cada uno de nosotros”, dijo el Pastor hace unos días. Lo mismo podríamos decir con otras cosas, ¿verdad? Las obras, los milagros, los frutos visibles… Algunas promesas parecieran cumplirse en los demás, pero no en nosotros.

Y es que Dios nos dice que podemos tanto en Él, que asomarse a ese futuro prometido da un poco de vértigo. Tendría que pasar algo mágico para que yo sea todo eso que Él, no conforme con decir que lo podré ser algún día, dice que ya soy

Volviendo a mi carrera deportiva, ¿qué me dirían ustedes al verme colapsar en el entrenamiento después de 30 abdominales? Me dirían que me acordé un poco tarde y que debería volver a nacer para poder hacer, al menos, un tercio de lo que hace Simone Biles. Y tan errados no estarían.

De hecho, algo así le dijo Jesús a un señor muy religioso y con mucha autoridad que lo había ido a conocer.

Jesús le dijo: – Te aseguro que si una persona no nace de nuevo no podrá ver el reino de Dios.

Juan 3: 1-3 TLA

Jesús te quiere llevar a vivir una vida mucho más allá de tus capacidades naturales. Y claro, por ser algo sobrenatural, no te queda más que volver a nacer y comprender que la obra es SUYA, no tuya. ¿Quién serías si tu historia, tus miedos, tus errores, tus inseguridades, tu carácter, tu situación actual no te condicionaran?

Quizás hoy no logres lo mismo que una atleta profesional, que da vueltas en el aire y cae de pie, pero ¿quién te dice que, de Su mano, no podés hacer algunas maravillas?

 

Yan So