Estos días, las cosas no me estaban saliendo tal cual yo esperaba.
En un momento, pensé…. ¿Será que Jesús ya no escucha mis oraciones? ¿Será que ya no soy tan importante y que Él está ocupado en otras cosas? Y…. La verdad, me sentí sola.
Pero sabés que justo en ese momento donde las cosas no estaban bien recordé varias historias en la Biblia que me hicieron sentir que no era la única que se sintió así y me ayudaron a confiar en que Dios está conmigo SIEMPRE. Aunque a veces no todo me sale como yo espero.
Una de esas historias que recordé es la de José. Está buenísima.
Podés buscarla con alguien en casa y leerla juntos. Les va a llevar unos días por que es larga… pero atrapante. Es increíble como Dios tiene el control de todo.
Bueno…. no te quiero spoilear toda la vida de José… Pero te cuento algunas cosas: José era el más pequeño de los hermanos…. Su papá lo amaba mucho, muchísimo. Tanto que los hermanos empezaron a estar celosos, muuuuy celosos.
José amaba a Dios y una noche tuvo un sueño rarísimo en el que unas espigas de trigo, que eran todas iguales se arrodillaban frente a otra que estaba quietita y firme. Él era muy inocente y aunque no quiso mandarse la parte le contó el sueño a sus hermanos y les dijo: Yo soy la espiga que queda de pie, y ustedes son las que se arrodillan ante mí.
¡Mamitaaa! ¡Los hermanos de José, se quedaron re enojados! Más celosos que antes y le dijeron: ¡nosotros no nos vamos a arrodillar delante tuyo…! ¡Estás loco!
Así que con tanta bronca los hermanos pensaban como deshacerse del molesto hermano menor y un día que estaban en medio del campo cuidando las ovejas de su papá, Jacob mando a José a llevarles comida pero antes de que José se fuera le hizo un regalo fabuloso, ¡una remera de colores re linda!
Cuando los hermanos de José lo vieron desde lejos se dieron cuenta que era él. Estaban enojados con él por el sueño que José había tenido, todos empezaron a planear cosas malas para él. Pensaban en bromas muy pesadas. Ellos no querían a José. Uno de los hermanos tan enojado estaba que pensó en matarlo.
Pero como en esa época todavía había esclavos pensaron que una buena idea era venderlo y así nunca más lo verían.
¡Qué mal! Los esclavos se compraban y se vendían para hacer tareas en las casas y en los campos que nadie más quería hacer, no tenían tiempo libre para jugar, ni podían elegir que comer ni cuando, no sabían leer y nadie les preguntaba si tenían frio o calor. No tenían vacaciones ni un lugar lindo donde dormir. Solo se les daba órdenes y lo tenían que hacer.
Y justo cuando llego José donde estaban los hermanos, pasaba un vendedor de esclavos, así que los hermanos que no lo querían mucho decidieron venderlo como esclavo.
¿Qué loco todo no? José no se merecía tal cosa. Él hacia las cosas bien. Oraba siempre, hablaba con Dios de todo lo que pasaba.
Seguro que cuando lo vendieron se fue re triste y no sabía lo que le esperaba. Estaba muy asustado y aunque podría haber pensado lo mismo que yo… “Dios no me está ayudando”, él sabía que Dios lo cuidaba siempre así que decidió ser valiente y dejar el miedo de lo que le podía pasar.
La historia de José sigue y es súper interesante…. Toda una aventura. Pero esta semana aprendemos de José algo re importante: Dios siempre está cuidándonos, aunque las cosas que nos pasan no nos ayuden a pensar así.
José fue valiente porque creyó en Dios
¡Nos vemos la semana que viene!