Más bien, la Biblia dice: «El mensaje de Dios está cerca de ti; está en tu boca y en tu corazón.» Y ese mismo mensaje es el que les traemos: que debemos confiar en Dios. Pues si ustedes reconocen con su propia boca que Jesús es el Señor, y si creen de corazón que Dios lo resucitó, entonces se librarán del castigo que merecen.
Romanos 10: 8-9 TLA
Algunos años atrás Dios habló proféticamente a nuestra iglesia y declaró Su Soberanía. Fue claro al decirnos “Yo Soy el Dueño”. Desde entonces desarrollamos un más amplio entendimiento que se renueva con las canciones proféticas que lo expresan como “Dueño de la casa” y “Centro”, no solo disfrutamos en la unidad de nuestros cultos, también identificamos con claridad que nuestra iglesia desea vivir en la plenitud del Espíritu.
La soberanía de Dios es tal cuando es absoluta sobre nuestra vida. Es real si su gobierno y control es total sobre nosotros: en las finanzas, horarios, deseos, hábitos… en todo, entonces podemos disfrutar los beneficios de Su soberanía.
Ustedes son mis amigos si hacen lo que yo les mando. Ya no los llamo esclavos, porque el amo no confía sus asuntos a los esclavos. Ustedes ahora son mis amigos, porque les he contado todo lo que el Padre me dijo.
Juan 15: 14-15 NTV
Al leer este pasaje encuentro el maravilloso beneficio de obedecer a Cristo, ser Su imagen me permite gozar de Su amistad absoluta.
Es a través de un gobierno que sólo Él posee y dirige. La soberanía de Dios no está limitada, pero podemos no disfrutarla.
En sí misma no tiene límite y es el derecho personal de Dios.
“Dios no es el Gobernador de alguna clase de democracia en la cual Él gobierna por la voluntad de la gente. Su gobierno y autoridad le pertenece exclusivamente a El mismo—y Dios ejercita completamente este gobierno en Su creación. Él es el Soberano. Nada ni nadie escapa a Su regla”.
Rev. G. Van Baren
Una y otra vez los Salmos describen Su soberanía en la creación.
Todo cuanto el SEÑOR quiere, lo hace, en los cielos y en la tierra, en los mares y en todos los abismos.
Salmos 135:6 RV60
Pero, aunque pudiéramos describirla solo sometiéndonos a Su voluntad la conoceremos realmente. Podríamos disertar por horas y escribir mucho acerca del tema, pero la propuesta hoy es que consideres una vez más “rendirte” ante el Señor, “dejarlo ganar”, “entregarle el control”.
… Sí es un proceso de cada día y de cada minuto de nuestra existencia, pero ese ejercicio nos da libertad y vida plena.
Con Cristo he sido crucificado, y ya no soy yo quien vive, sino que es Cristo quien vive en mí. Y la vida que ahora vivo en el cuerpo, la vivo por mi fe en el Hijo de Dios, que me amó y se entregó a la muerte por mí.
Gálatas 2: 19b-20 DHH
Es la paradoja del Reino de Dios, ser sometidos para que la esclavitud nos haga libre.
Libres de nosotros mismos, libres de las exigencias sociales, libres para predicar, libres para vivir y libres para morir. Hay un círculo perfecto en que Su soberanía establece su voluntad y quien hace Su voluntad establece Su soberanía.
Él es creador, dueño y sustentador de toda la creación, nuestro Dios es Soberano.
Te dejo la letra de una de nuestras canciones y mientras la lees dejá que el Espíritu Santo selle tu vida.
“En los lugares de poder Tú estás Señor la majestad y autoridad son tuyas Dios, tu presencia desde el cielo resplandece y nos alcanza. ¡Nos honras con tu invitación!
Tu hijo Jesucristo perfumó el lugar se levantó de entre los muertos y el cielo se abrió.
Tu casa es tu presencia manifiesta que nos abraza nos honras con tu invitación.
Tú eres el dueño de la casa y nos atraes a ti, a tu amor hoy nos rendimos apasionados por ti.
Tú eres el Dueño de la casa y nos atraes a ti, a tu amor hoy nos rendimos enamorados de ti, apasionados por ti, enamorados de ti”
Leila Vidal
Comenzá esta semana declarando: Señor Jesús yo confieso con mi boca que Tú eres el Señor y creo que Dios mismo te levantó de los muertos, creo firmemente en vos y necesito que mi vida cambie día a día. Señor, quiero seguirte, ser renovado cada vez que me inclino en tu Presencia, hacé la obra que querés hacer en mí.
¡Aleluya! Eres el Señor, el Rey y en tu nombre bendito lo declaro. Amén.
Ruth O. Herrera