Lucia estaba en el patio de su casa jugando con unos bloques. Pasó un largo tiempo edificando un castillo para sus muñecos. Tan entretenida estaba que ni se dio cuenta que llego Julián, su hermano menor que también quería edificar algo. No estaba muy seguro de que quería construir… lo que si sabía era que quería que fuera más grande que lo que estaba haciendo Lucia.

Julián no lo logró, veía que la construcción de Lucia era cada vez mas grande… y en un ratin se le ocurrió una idea: empezar a lazar bloques para derribar lo que hacia Lucia. Así lo hizo y ¡Tuvo una puntería exacta! Al tercer bloque que tiró derribó todo su castillo. Lucia se enfureció muchísimo, había estado mucho tiempo construyéndolo.

Fue a su dormitorio muy enojada pensando que podía hacer, que le podía romper a Julián para estar a mano.  Para vengarse.

Buscó  y buscó entre los dibujos… hasta que vio algo que le resultó conocido.  Se trataba de uno que ella misma había hecho y no era cualquiera, se trataba de una lección que había aprendido. ¡Cuando la vio apretó fuerte los labios, no podía creer que justo había encontrado esa clase! Aun Estaba enojada.  Pero recordó lo que había aprendido ese día.

Jesús estaba hablando con un grupo de personas, ellos cumplían con esto: “ojo por ojo” es decir, si alguien te rompe un dibujo, vos podés romper uno suyo. Pero Jesús les enseñó algo mucho mejor que esto: El perdón, que incluye una gran decisión y que al mismo tiempo se trata de animarse a comenzar algo nuevo.

Perdonar significa olvidar la falta que alguien hizo conmigo. Muchas veces es difícil y no es instantáneo. Es una decisión. Lucia seguía enojada con su hermano. Esperó un largo rato que Julián terminara de jugar con los bloques.  Cuando ya estuvo más tranquila le dijo: “Me enojó mucho que rompas mi castillo, no me gustó. Sin embargo, tomé una decisión, voy a perdonarte”

A Lucia le costó al principio, le pareció algo injusto. Pero luego se sintió mucho mejor.