Entonces Jesús volvió con sus padres a Nazaret, y los obedecía en todo.
Lucas 2:51
¿Recordás lo que te conté la semana pasada? ¡Sí! Hablamos de varias cosas. Al principio del devocional hablamos de cómo las familias, cada año, caminaban durante varios kilómetros hasta el templo para celebrar las fiestas de la Pascua. Después, al volver de las fiestas, todos caminaban juntos de regreso a sus casas.
Imagino que los adultos, los más grandes, venían charlando sobre cosas de adultos, mientras que los más chicos correteaban jugando a la «mancha», y así, cada uno venía conversando, tal vez también de lo que les había pasado en el templo. Después de caminar 2 días José y María se dieron cuenta de que Jesús no iba con el grupo que estaban regresando. Así que fueron a buscarlo al templo. Esto significaba mucho tiempo caminando.
Jesús sí estaba en el templo, y ¿sabes con quién estaba charlando? ¡Con unos sacerdotes y maestros que conocían muy bien la ley, que era como nuestra Biblia hoy!
Jesús no parecía un niño charlando con adultos, ¡Él parecía uno más de ellos! ¿Y sabes por qué? José y María le dijeron a Jesús y a sus hermanos que debían estudiar y saber lo que Dios enseñaba.
Y seguro ellos obedecían, estudiaban las escrituras.
Aunque en ese tiempo no había colegios como los de hoy, sí había lugares especiales donde podían aprender a leer y escribir, y conocer lo que hoy conocemos como El Antiguo Testamento. Los padres eran quienes les enseñaban.
Jesús es un niño obediente.
Cuando José y María encontraron a Jesús con los sacerdotes y maestros charlando y hablando de cosas muy importantes y profundas, cosas que solo alguien que sabía mucho podía hablar durante tanto tiempo.
¡Y sí, es verdad! Si estás pensando que cuando vas a la Escuela Bíblica no solo aprendes de la Biblia, sino también de muchas otras cosas, y está muy bien. Es importante aprender todo lo que puedas. Aprender es algo bueno, siempre.
También es importante que, cuando aprendas algo de la Biblia, como ya vimos otras veces, busques el momento y el lugar para poner en práctica lo que aprendiste.
La Biblia también nos enseña que podemos pedirle a Dios que nos ayude a recordarla y a ponerla en práctica. ¡Eso es lo que Dios más quiere que hagamos! Que podamos vivir según sus enseñanzas.
La Biblia también nos enseña que todo lo que aprendemos de Jesús son cosas que podemos hacer.
Te propongo pensar ¿en qué situaciones de todos los días te imaginas a Jesús? Pensá en momentos de tu vida diaria, como en la escuela, en casa o con tus amigos, y preguntate cómo reaccionaría Jesús. ¡No te olvides que podemos intentar ser como Él en todo lo que hacemos!