La alegría hay que compartirla

La alegría de saber que Jesús iba a nacer era inmensa…

María y José no se guardaron esa alegría solo para ellos.
Cuando nació Jesús, María y José compartieron su felicidad con otros. Los pastores se llenaron de emoción cuando un coro de ángeles les anunció la noticia. ¡Fueron rápido a ver al bebé! Seguro llegaron gritando de alegría y hasta aplaudieron al pequeño Jesús.

Después de un tiempo, la alegría seguía contagiando a otros. Por eso, los sabios que vivían muy lejos tardaron en llegar. Cuando supieron que había nacido un Rey, prepararon regalos buenísimos y viajaron muchísimo para conocer al bebé y entregarle sus presentes.

¡Esa sí que fue una noticia feliz! Jesús nació en un pesebre muy humilde, pero igual fue como una gran fiesta de alegría para todos.

Cuando Jesús es nuestro amigo, también podemos compartir Su amor y Su alegría con otros. Puede ser con una sonrisa, ayudando a alguien o diciendo palabras amables.
Cada vez que hacés esto, estás mostrando a Jesús a los demás.

El nacimiento de Jesús es la mejor noticia de todas

Su llegada al mundo fue la mejor noticia porque Él vino para hacernos felices y para mostrarnos cuánto nos ama Dios. Así como María y José estuvieron felices al saber que Jesús iba a nacer, vos también podés estar feliz porque Jesús quiere ser tu amigo para siempre.

Cada vez que recuerdes esta historia, pensá en cómo Dios cumplió Su promesa y trajo alegría al mundo a través de Jesús.

¿A quién podés alegrar hoy con tus acciones? Pensalo y después no dejes de hacer algo bueno por alguien.

Te propongo que le des gracias a Dios por el nacimiento de Jesús con esta oración:

«Querido Jesús, gracias por venir al mundo y llenarnos de alegría. Ayudame a confiar en vos como lo hicieron María y José, y a compartir tu amor con otros. Gracias porque siempre estás conmigo. Amén.»