La gran familia

La gran familia

“Así pues, los que sufren obedeciendo a Dios, sigan practicando el bien.”
1 Pedro 4:19

Si hablamos de pasarla mal, que algo nos duela o de estar tristes, siempre se nos viene a la cabeza algo que nos pasó, donde los recuerdos resurgen en nosotros. Podría ser porque se nos rompió un juguete o nos fue mal en un examen. También porque algún compañero del cole no nos llamó para ser parte del equipo de juego.

Pueden ser muchas las cosas que provoquen estos sentimientos. Pero… ¿cómo se hace para que esto no nos pase? Si Jesús es nuestro amigo, ¿podemos estar tristes? ¿Tenemos que estar siempre alegres?

Bueno, lo cierto es que Jesús está con nosotros en todo momento, y cuando nos pasan cosas feas, también.

Si alguna vez te rechaza algún compañero del cole o del club, no te pongas mal. Tal vez algunos se burlen, se rían o te digan: “¡Yo ni loco me levanto los domingos temprano para ir a la iglesia!”. Eso no tiene que importarte ni provocarte tristeza, enojo o dolor. En cambio, podés orar por ellos para que también sean parte de la familia de Dios.

Al obedecer a Jesús tenemos su misma manera de pensar y actuamos como Él en la tierra, como si fuéramos su familia… como si tuviéramos el mismo apellido. Así que pertenecés a su familia porque sos un hijo de Dios.

No te avergüences de ser parte de la familia de Dios, porque aunque muchas veces hacemos cosas que no le agradan, Él no se avergüenza de nosotros. Por el contrario, nos sigue enseñando con mucho, mucho amor.

Jesús es nuestro mejor ejemplo. Muchas personas lo trataron mal, sufrió rechazo y, a pesar de todo, continuó haciendo el bien.

No te olvides: estamos en camino de ser discípulos de Jesús para seguir disfrutando y viviendo en el gozo de Dios.

Hoy más que nunca te digo que SOMOS FAMILIA. No importa en qué país vivas ni que tu idioma sea diferente: tenemos el mismo Padre, así que sos mi hermano o hermana.