Si quieren gozar de la vida y vivir una vida feliz, dejen de hablar mal de otros y de andar diciendo mentiras
Salmo 34: 12-13 TLA
Agustina es una niña muy traviesa, le encanta jugar con sus muñecas. También le gusta mucho pintar así que puede pasar todo el día dibujando.
A veces su mamá le pregunta ¿Tenés tarea? Y ella rápidamente responde: ¡No! Porque piensa que así puede pasar mas tiempo haciendo lo que gusta…
El otro día jugando con una pelota de un pelotazo rompió una planta… ¡era la que su abuela mas cuidaba! ¡Qué mal! Y enseguida pensó: Si llego a decir la verdad mi abuela se va a enojar mucho conmigo, ya me había dicho muchas veces que no juegue por acá. ¡Mejor me voy a la otra punta de la casa y cuando me pregunten digo que no se nada!
Otro día de esa semana la mamá de Agus le preguntó: ¿Te bañaste ya? Y sin dudar ella respondió: ¡SI Má! Pero como las mamás nos damos cuenta rápido, se acerco a ella… la miró… y pronto se dio cuenta que le estaba mintiendo.
Agus, no solo lo hacia en su casa por comodidad, también a veces inventaba algunas historias en el colegio. Por ejemplo le dijo a su seño que no pudo hacer la tarea porque había tenido fiebre. La cosa era que Agus siempre inventaba cosa y mentía.
¡Agustina no se daba cuenta del problema que es mentir! Al principio estaba cómoda, safo de hacer la tarea, de que la reten y le parecía bueno hacerlo.
Una MENTIRA, es una declaración realizada por alguien que sabe que lo que dice es falso, y espera que quien lo escucha le crea.
Cuando una persona empieza a mentir cada vez se le hace más fácil decir una mentira y más difícil decir la verdad. Muchas veces cuando le ensañamos a alguien a no mentir le explicamos que después nadie más creerá lo que dice. Su palabra pierde valor.
Cuando alguien dice muchas mentiras después nos cuesta creer en esa persona, muchas veces nos duele, porque son personas que amamos.
La Biblia nos enseña que Dios siempre nos dice la verdad por eso no nos cuesta creer en él. Jesús nos enseño a no mentir para que nuestra palabra siempre tenga valor. Que cuando digamos algo sea así realmente y que no tengamos que “jurarlo” ni recontra decir “promesas” por que estamos seguros que lo que estamos diciendo es la verdad.
A veces mentir nos resulta cómodo, para no hacer lo que nos piden, para no hacernos cargo del reto o para inventar una historia…. Salir de eso, cuando estamos acostumbrados hacerlo nos puede resultar difícil.
Hay varias razones por la cual no debemos mentir. ¿A vos se te ocurre alguna?
Te propongo que hagan una pausa en la lectura y que lo charlen entre los que están leyendo. Que cada uno pueda decir por qué no está bueno mentir.
¡Qué bueno que contamos con Jesús para orar y pedirle que nos ayude a dejar de hacerlo.
¡Qué bueno que Jesús me ama y siempre esta conmigo, todos los días!