«Así que mi Dios les proveerá de todo lo que necesiten, conforme a las gloriosas riquezas que tiene en Cristo Jesús.»
Filipenses 4:19
Ya terminaron las vacaciones, comenzaron las clases y, para muchos, es un nuevo comienzo escolar. Es una nueva etapa. Lo bueno es que siempre es más fácil si la empezamos junto a Jesús.
¿A quién no le gusta tener cosas nuevas? Cuadernos, lápices, mochila, fibras y muchas cosas más. Pero… aunque no sea todo nuevo, igual hay que arrancar con ganas de aprender.
Cuando era chica, me daba vergüenza no tener todo nuevo y me sentía pobre. Pero mi papá y mi mamá me enseñaron el verdadero significado de la pobreza y la riqueza. Hoy quiero compartir con vos lo que aprendí. Porque ser rico no significa tener mucha plata, un auto último modelo, las mejores zapatillas, todos los útiles nuevos y muchas otras cosas que se compran con dinero.
Ser rico no depende solo de tener mucho de todo, sino más bien de ser feliz con lo que tenemos y aprender a cuidarlo.
La Biblia nos cuenta que el papá de Jesús era carpintero, pero no dice que Jesús y su familia fueran ricos. Sin embargo, Él era feliz yendo a la iglesia, estando con su familia, compartiendo con sus amigos y ayudando a la gente. Por eso, Jesús quiere ser nuestro amigo, para ayudarnos y enseñarnos a ver a nuestra familia como un gran tesoro. Con ellos podés ser feliz.
Tenés brazos con los cuales abrazás a quienes amás, piernas con las que podés correr, caminar, jugar al fútbol, ir a patín o bailar… o simplemente caminar. Todo nuestro cuerpo está activo y diseñado para que disfrutemos la vida. Muchas veces pasamos por alto que esta es nuestra verdadera riqueza.
Nuestras verdaderas riquezas son: creer en Jesús y amarlo, aprender en la escuela, tener amigos y disfrutar las cosas sencillas de cada día.
Ser pobre no significa no tener dinero, sino no saber cuánto nos ama Jesús y no disfrutar todo lo que Él nos da.
Esto es lo que Jesús enseñó en el Sermón del Monte cuando dijo que Dios sabe todo lo que necesitamos y nos lo quiere dar para que seamos felices.
Jesús pensó en todo lo que nos pasa y en cómo nos sentimos.
Cuando empieces este nuevo ciclo del año, no permitas que nadie te haga sentir triste o menos. Recordá que sos una persona muy rica… yo diría que millonaria/o. Dios está atento a todas nuestras necesidades, y su amor es tan grande que nunca nos deja faltar lo más importante.
Si aún no experimentaste este amor perfecto, no dudes en aceptar a Jesús ahora. Él te está esperando para hacerte verdaderamente rico, con esa riqueza que solo viene de Dios.