Julián se mudó con su familia a un barrio nuevo. La semana que viene empezará en un colegio diferente. Eso ya le traía muchas complicaciones: conocer gente nueva, un barrio distinto, un nuevo colegio… ¡un montón de emociones!
Pero había algo más… En este nuevo colegio había una materia que Julián nunca había tenido. Para poder comenzar, tenía que rendir un examen de algo que nunca había estudiado.
Su mamá le trajo un listado de temas que debía estudiar, y eran muchos y muy complicados. La lista parecía interminable. Julián pensaba que no iba a llegar a tiempo para estudiar todo, así que su mamá lo ayudó, ¡y también vino su tía a explicarle algunos temas!
Julián puso todo su esfuerzo, pero no logró estudiar todos los temas del listado.
Un día antes del examen, la directora llamó a la mamá y le dijo:
—Todo ese listado de temas vamos a resumirlo en uno solo. Hay uno de esos que es el más importante; que solo estudie ese.
Realmente, ese tema era difícil para Julián, pero se puso muy contento e intentó practicar lo que la directora le había dicho.
Esto que le pasó a Julián me hace recordar algo que leí en la Biblia.
Los antiguos israelitas eran el pueblo de Dios. La Biblia dice que eran especiales, un pueblo elegido solo para Dios. Tenían muchos, ¡pero muchísimos!, mandamientos que tenían que recordar: todas las cosas que le gustaban a Dios.
Era una lista interminable: ¡900 reglas diferentes que debían respetar! No solo era difícil recordarlas todo el tiempo, sino que también eran difíciles de cumplir.
Una vez, mientras Jesús estaba hablando, una persona se le acercó y le preguntó:
—Jesús, de toda esa lista de mandamientos, ¿cuál es el más importante? ¿Cuál es el principal?
Y Jesús le contestó:
—A toda esa lista podemos resumirla en un mandamiento principal, “el más importante”: Amar a Dios y amar a todas las personas.
¿A todas las personas? ¡Sí!
Obvio que amás a tus amigos, porque son las personas que siempre tenés cerca. Igual que yo, los amo y mucho.
Pero aunque es difícil amar a los que no conocemos, esto significa que seamos buenos con todas las personas que nos rodean.
Y eso lo logramos si amamos a Dios muuuuucho, más que a nadie. Él, que nos súper ama, nos enseña a amar a los demás.
Hay diferentes formas de mostrar amor a las personas que tenemos cerca… Acá te dejo algunas:
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Ayudar sin que te lo pidan: ¿Hay algo en casa o en la escuela que puedas hacer para ayudar a alguien?
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Ser amable con los demás: ¿Podés decir una palabra amable o prestar algo a quien lo necesite?
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Orar por otros: ¿Hay alguien que esté triste o necesite ayuda? ¡Orá por esa persona!
Acordate: cada pequeño gesto de amor refleja nuestra amistad con Jesús.